viernes, 29 de diciembre de 2017

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 108 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus).......2




. Ellos si pueden hablar porque tienen permiso” y sin decir nada mas, desapareció de la fogata dejando en el espacio un chorro de luz entre azul , verde y violeta. “Ya han oído. Maleiwa nos mandará al Omnipotente Juyá, el señor de las lluvias, y a su esposa la divina Pulowi que siempre lo acompaña. Debemos estar atentos  a su llegada” explicó el gran brujo dejando las maracas mágicas sobre una piedra blanca al lado de el. “Posiblemente lleguen montados en un rayo, porque ese es el medio de transporte que usan viniendo a la tierra” terminó de explicar Anbaibe que ahora bebía agua de una calabaza grande color ladrillo. Le había dado mucha sed con la danza y con la fogata que no se apagaba.
Mientras se acomodaron encima del pasto y debajo de los àrboles, esperando la llegada del omnipotente Juyà y de su esposa Pulowi, el dios Ewandama escuchò en su pecho y en lo hondo de su mente, sonidos de tambores llegados de su tribu Waunana. Es que lo llamaban urgente porque su presencia y sus enseñanzas eran fundamentales para la vida de la tribu, de modo que buscando entre algunos àrboles y llamando a su hijo, el que no hablaba, le dijo acercándosele al oído “debes quedarte un tiempo con nuestros amigos los Wayuu. Ellos te darán una bella princesa a la que cuidan como su mas valioso diamante,  para que estès contento en su compañìa todos los días de tu vida y para que animado y jubiloso por su sonrisa y por el brillo de sus ojos, aprendas a hablar sabiamente como hacen los hijos de los dioses. No puedes defraudarme, hijo mio. Yo irè a mi pueblo porque me estàn llamando pero estarè pendiente de ti todos los días del sol”.
Y sin pedir permiso, cogió las maracas mágicas haciéndolas sonar muy suave, a la vez que pronunciaba palabras prodigiosas para que las fuerzas del universo llegaran  junto a el. Inexplicablemente, mientras entonaba las maracas y decía las palabras, su cuerpo se fuè haciendo transparente, alcanzando lo invisible hasta desaparecer por completo de la vista de todos los que estaban allì. Nadie hablò pero todos supieron por el tipo de rumor en las ramas de los àrboles cercanos,  que había viajado a su pueblo Waunana donde lo necesitaban urgente.
Al dia siguiente de que Ewandama se hiciera invisible para viajar  a su pueblo Waunana, el cacique Anbaibe con sus hijos Nutibara y Quimunchù, trajeron a la princesa Mile a la choza donde había dormido el hijo de Ewandama, para que la conociera. Era bella como la luz de una estrella, como un àtomo sideral, y sus movimientos eran semejantes a las altas palmeras. Estaba sin dote y tanto ella como el cacique Anbaibe sabían que una unión entre el joven dios y la muchacha, les traería incalculables riquezas de otros pueblos.    






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