Habia sido un regalo del dios de los arawak, Takima,
que tenía rostro de pájaro y cuerpo de hombre y que era gran amigo de la diosa Inhimpitu.
Se las había dado para que se comunicaran con cualquier parte del universo y
con sus dioses. “OH,oh,oh gran dios
nuestro Maleiwa, escucha nuestros ruegos. No desoigas los pedidos. Ahora te
necesitamos urgente, te pedimos que nos escuches.
Se movía delirante la candela, elevándose en girones
vivos al espacio……. Se revolvía loca tocada por una fuerza extraña, o quizás por una felicidad misteriosa,
sabiendo que a través de ella viajaban los dioses.
Inexplicablemente,
entre las llamas que lo envolvían pero que no lo quemaban, apareció un hombre
moreno, alto, de pelo quieto y negro, vestido con una bata gruesa, de muchos colores, sucia de
polvo y arena. Tenía en las manos una vara larga y gruesa de madera
significando su poder y autoridad. En la frente una corona que brillaba mucho
indicando que era un guia de los hombres….. Esa corona era de un material
desconocido por los indígenas de allí. La fabricaron en otra estrella del
universo y se la enviaron a la tierra en un carro luminoso y velóz……. Se presentó con su mirada tan viva y con su
cuerpo lleno de paz, diciendo “Yo soy
Maleiwa, el dios del movimiento, para que me llaman con tanto afan? Que quieren de mi? Han interrumpido mi
caminar que es constante en ésta tierra reseca. No comprenden que si dejo de
andar aunque solo sea un instante, el mundo se queda quieto y puede incendiarse?. De modo
que díganme rápido para que me han llamado. Debo irme otra vez para que el
mundo no deje de girar. Entonces el gran brujo Wuayú entendió que no podía
demorarse en hablar y le dijo apresurado “Gran dios nuestro Maleiwa, los visitantes
que usted ve aquí, han venido a preguntarnos donde está la diosa Inhimpitu porque
la necesitan con urgencia. Llegaron del país de la nieve. Viajan en un cóndor
venido de la luna y además están protejidos por la inolvidable diosa Dulima,
que alguna vez estuvo con nosotros, visitándonos” y Maleiwa mirándolos uno a
uno entre la candela que le cubría el cuerpo, les dijo “Claro que sé donde está
Inhimpitu pero se me prohíbe decirlo porque no estoy autorizado para ello. Así
lo ha decretado el universo. Sin embargo hablaré con el dios Juyá y con su
esposa, la diosa Pulowi para que vengan y les digan donde está Inhimpitu. Ellos
si pueden hablar porque tienen permiso” y sin decir nada mas, desapareció de la
fogata dejando en el espacio un chorro de luz entre azul , verde y violeta.
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