viernes, 28 de julio de 2017

EL PAIS DELA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 87 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)....2



Ustéd debería volarse de aquí, irse a su pueblo donde seguramente lo están echando de menos” le dijo al Emberá-Catío al que le brillaron los ojos por la ayuda que la madre de Costè le ofrecìa.  “Y como hago? Ya no tengo fuerzas para correr. Estoy muy gordo y su hijo me alcanzará trayéndome otra vez aquí” “Tiene que hacer el esfuerzo. Suba al filo de la montaña y se echa a rodar como una bola, hasta que llegue a su pueblo” le aconsejó ella.
Entonces el indio se animó y sacando alientos de entre su gordura, se soltó de la batea y saliendo de la enramada, corrió hasta el filo de la montaña, asfixiado, desde donde se echó a rodar semejante a una bola que en poco tiempo estuvo entre las chozas del pueblo.
La tribu viéndolo, le dijo asombrada “Ustéd donde estaba, y porqué tan gordo? Porqué viene con tantos moretones y heridas?” y el pobre indio casi sin poder hablar les dijo “El fantasma Costé me tenía en su enramada y me estaba engordando para comerme, pero la mamá de el, me ayudó explicándome lo que debía hacer para escapar. Lo hice como ella dijo y así pude llegar otra vez aquí”.
Entonces la tribu lo bañó, curándole las heridas, lo cuidó y le dio brebajes de yerbas para que adelgazara.
Cuando el indio se sintió bien le dijo a la tribu como era Costé y como podían capturarlo. Entonces el pueblo se armó con las flechas y lanzas que Cajamarca les había enseñado a fabricar. Se fueron silenciosos entre la selva llegando en poco tiempo cerca a la enramada.
Dejaron que anocheciera y cuando todo estaba muy oscuro a las doce de la noche, rodearon la enramada encontrando al fantasma durmiendo en el suelo, al lado de la batea vacía.
Sin darle tiempo, uno a uno los hombres le clavaron las lanzas en el pecho, en el estómago, en las piernas, en el cuello.
Cajamarca y Millaray, que solo miraban aquello que pasaba, llevaron a la mamá de Costé a la tribu donde le dieron una choza para que viviera tranquila.
Le ordenaron a las mujeres, que la alimentaran para que cogiera fuerzas.
Con el tiempo, la madre del fantasma se transformó en una mujer sabia que aconsejaba al pueblo en los problemas.
Una mañana el cóndor, que había construido su nido en una colina cubierta de altos árboles frescos en los calores de aquella región, bajó al pueblo a decirle a Millaray y a Cajamarca, que estaba cansado de vivir en ese sitio y que quería volar para darle fuerza a los músculos, vigor a las alas, agilidad al cuerpo y porque también quería conocer otras regiones.








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