sábado, 1 de julio de 2017

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 83 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)......2



Después, la tribu no dejó que Millaray y Cajamarca se fueran……. Iban a necesitarlos mucho tiempo.
Una mañana, el joven Cajamarca madrugó a traer gruesos palos que le servirían para hacer una choza.
Les iba a enseñar cómo vivir mejor y mas tranquilos, guardándose de los peligros que eran muchos en esa selva honda y oscura. Protegiéndose del sereno, de los animales salvajes, de los intensos aguaceros, de los ventarrones, y en fin darles un medio para descansar, criar a sus hijos y dormir bien, como debía ser para un humano.
Con sus idas al monte y sus venidas, fue amontonando las columnas en un sitio despejado a donde llegaba buena luz y desde donde podía ver a la gente.
Lo mismo hizo al dia siguiente, ayudado por algunos hombres que no lo dejaban solo, y cuando consiguió también hojas de palma que le servirían en la fabricación del techo, empezó a hacer grandes huecos en la tierra. Algunos hombres medio entendidos y colaboradores trajeron palos a los que sacaban punta para aflojar el suelo, a manera de barretones. Así, muchos quisieron trabajar pero todavía no lo hacían bien. Cajamarca se comunicaba con gestos diciéndoles que primero miraran para que aprendieran.
Abrieron hartos huecos, usando como medida una fibra vegetal amarrada de dos estacas mas o menos a diez metros de distancia, que les indicaba la dirección para que los postes no quedaran salidos o muy metidos  en la línea recta proyectada.
Levantó un primer palo enderezándolo en su vertical, ayudado por una cabuya y una piedra amarrada en un extremo que le servìa de plomada. Después lo fue asegurando en la base con grandes piedras traídas del rio, echándole tierra y ajustándola con los pisones, hasta que el palo resistió, quedando completamente vertical y seguro.  
 Así los hombres ayudaron a clavar los otros postes. Cajamarca les atravesaba otros palos y varas, amarràndolos con bejucos fuertes para mas tarde, echar  la arcilla entre ellos y formar las pardes.
Empezó a levantar el techo de varas largas sobre las columnas y a ponerle la palma que estaba amontonada a un lado de varios postes, cosa que hizo en un rato, porque los nativos se le iban alcanzando. 
Ahora faltaba mojar la arcilla y mezclarla con las fuertes fibras vegetales para echarla luego









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