Vieron
que las pieles de los animales cazados, podían protegerlos, y cortándolas con
piedras a las que les sacaban filo en
rocas grandes, se las acomodaron en la espalda, en el pecho y en la cintura, protegiendo su cuerpo…..Eran
hombres fieros, como los animales de la
selva.
Ahora,
se peleaban y se mataban en temibles combates, con piedras y palos, por una
fruta, por una raiz o por un animal cazado. Entonces a la gente muerta la arrastraban
bajo los árboles, donde se los comían con salvajes mordiscos y entre horribles
peleas, echándose a dormir después, dos o tres días.
Afortunadamente
en aquellos tiempos, apareció entre ellos un ave gigantesca, el còndor de los
Andes con Cajamarca y la princesa Millaray en sus espaldas.
En
ese tiempo no se habían alejado de aquella región en la que se quedaron viviendo
después del diluvio, invitados por el dios Caragabi. “Tenemos que enseñarles
muchas cosas a èstos hombres tan violentos y tan brutales” le dijo Millaray a
Cajamarca un día en que los vieron desde el cóndor, matándose por un animal del
monte “Si. Nos quedaremos aquí enseñándoles
muchas cosas que necesitan saber.”
Entonces
el còndor buscò un sitio para bajar entre el bosque oscuro, planeando sobre
aquella gente atemorizada que se tiraba a tierra por el pánico de ver semejante
ave gigante que se los tragarìa en cualquier momento. Creìan que les había
llegado el fin y que prontamente morirían devorados por el buitre, o partidos
por un rayo en las noches tan oscuras. Fuerzas desconocidas los golpeaban………
para que aprendieran como era la existencia.
Después,
y viendo que de las espaldas del ave bajaban
dos seres humanos con vestidos de colores, con diademas, anillos, pulseras y
que además llevaban un niño en las ruanas, quedaron pasmados……
“Ustedes
quienes son?” les preguntò Cajamarca apoyando su lanza en el suelo. Y cuando la
tribu lo oyò hablar, se paralizó, arrodillándose asombrada, con los ojos muy abiertos, levantando los
brazos en súplica.
……Lo
primero que Cajamarca y Millaray les enseñaron, protegidos por el canto mágico del
pájaro de mil colores que los embelesaba en su vuelo, fue juntar ramas, troncos secos, palos y hojas a las
que prendieron candela, frotando mucho un palo contra una piedra, mientras los
aborígenes se acercaban, mirando curiosos entre los sonidos roncos de sus
gargantas.
Ver
que el fuego se elevaba en llamas retorcidas…….. Que salían de allí chispas de
colores, que a esa candela se le sentía magia y misterio, los hacía meter las
manos en las llamas, sintiendo la quemazón espantosa……..Gritaban igual que
demonios, y corrían entre la selva, enloquecidos de ardor.
Pero
se dieron cuenta que al pie de la fogata sentían calor, y se alegraron
aprendiendo a mirarse y sonreir.
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