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Donde queda la cueva donde Getzera
guarda el agua?” le preguntó Caragabi, muy disgustado, al pájaro mosca. “Queda a varios días de vuelo
desde aquí, pero no se afane gran dios, que yo lo guiaré
hasta allá.” “Claro que iré porque sin el agua no se puede crear a la humanidad
que quiero poner aquí, en èstas selvas. Sin ella no se puede vivir”, contestó el muy enfadado.
Mientras
tanto, esa noche Caragabi tuvo otro sueño en el que le mostraron que la diosa
Getzera era mezquina y miserable y que nunca le daría el agua. Por eso al despertar
se dijo “Mañana mismo iré con mi amigo el pájaro dominejo hasta donde Getzera
se oculta. El me dirá donde queda su cueva encantada y yo harè lo que debo
hacer”. Esa noche casi no durmió por la impaciencia de la espera, y sin dejar
que el sol saliera, muy de mañana llamó al dominejo diciéndole “Vámonos ya.
Tenemos que encontrar a Getzera para que nos de inmediatamente el agua”. Y el
pájaro le contestó “Vamos gran señor Caragabi, cualquier demora es fatal”.
Arrancó
el dios a caminar entre la selva a la que difícilmente entraba el sol, por los
millones de hojas de los árboles que trancaban la luz con su espesura. Se
encontró con muchos animales a los que saludó atento y con afecto porque hacía
días no los veía y porque todos eran sus amigos. Trepó muchas veces por rocas
altas y resecas, con agilidad. Al fin de cuentas eso no era raro porque el era
un Dios y podía conservar su juventud y fuerza el tiempo que quisiera.
Caminó
por encima de miles de hojas muertas, mullidas, semejantes a colchones para el
sueño. Bajo a los valles por los que en poco tiempo correrían arroyos de vida,
como el querìa. Subió a las montañas, todas pura selva. Atravesó zonas
desérticas no muy extensas y ya empezaba a cansarse. Quería tomar de ese
líquido de vida. Su pájaro amigo no lo abandonaba…….. y le decía “Animo. Mucho
ánimo debes tener, gran dios Caragabi. No desfallezca tu fé, que yo buscaré
caminos cortos para llegar rápido”.
Y
caminó mucho Caragabi hasta que un dia, entre el canto felíz, y el afán del
dominejo, alcanzó a escuchar el ruido del agua dentro de una cueva gigantesca
por la que iba pasando en ese momento. “Aquí es donde vive la diosa Getzera y
aquí es donde guarda el agua para que nadie mas la tenga” le dijo el pájaro
amigo acercándosele al oido.
Entonces
Caragabi golpeó fuerte, con una piedra, la encantada peña, golpeó mucho allí,
esperando que la diosa le abriera, pero no. Getzera no se dignó abrirle ni
contestarle a pesar de que ya se había dado cuenta que se trataba del dios
Caragabi.
Y
caragabi no dejaba de golpear la roca hasta que indignado por la actitud de la
diosa, concentró su pensamiento en la roca que tapaba la entrada,
convirtiéndola mágicamente en polvo de la tierra.

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