lunes, 13 de marzo de 2017

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 67 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de columbus)......2



En los alrededores prendieron fogatas para tener carbón. Asarìan mas carne de animales del monte. Gurres, venados. Cocinaban también en grandes ollas de barro, plátanos, yucas, entre un griterío inmortal, en medio de carreras apresuradas, òrdenes que van y vienen y se estrellan, viajes de leña seca y leña verde, lloros de niños solos, gritos de  mujeres en fiesta.
En la maloca, mas de cincuenta jovencitas eran maquilladas y vestidas por las mujeres conocedoras de los trucos bellos. Ponían deseables a las niñas que hoy cumplirían una enloquecedora labor. Serían ellas  las electoras del mas alto cacique Guane, el ordenador de aquel imperio.
Muy temprano la gente vio a los caciques Butaregua, Pomareque, Babasquezipa, Corbaraque y Poima, desayunando abundante entre una charla imparable y dura al lado de una choza alejada del caserío.
Los vieron ponerse sus diademas de oro y esmeraldas, sus aretes, sus tobilleras, sus pulseras, porque hoy sería un dia famoso en la historia de sus tribus.
En la gran maloca las jovencitas ya estaban listas. Con sus embrujamientos y embelesos cautivarían al hombre mas duro e invulnerable de aquellos pueblos.
De modo que las mujeres jefes las dividieron en grupos, indicándoles el lugar a donde ir.
Reían voluptuosas y encandiladas las niñas entre el tintineo de sus aretes, de sus tobilleras, de sus pulseras que las ponían delicadas, dulces. Iban maquilladas con rayitas artísticas de colores en sus mejillas, en sus ojos, en los brazos. Llevaban diademas de oro, mucho brillo en los ojos, y plumas de mil colores colgaban de sus cabellos. Sus cuerpos estaban perfumados con esencias de flores del bosque. Eran ninfas secretas, dueñas de los destinos masculinos. Llevaban pequeñísimos tambores de sonidos insinuantes, flautas de cañas finas, conchas de caracoles con las que harían canciones provocadoras entre el indefinido embrujamiento del amor.
Allá iban las niñas de doce a dieciséis años riendo felices y esperanzadas.
Un grupo se fue a la orilla del rio junto a las gigantescas piedras donde muchas parejas hacían el amor empezando el dia cuando el sol se asomaba, o a la luz de las estrellas entre los gritos de las chicharras y el escándalo de los micos en la selva.
Otro grupo caminó al bosque, a los prados donde jugaban a la flecha, a la lanza y a la pelota de goma, mientras en los descuidos las otras mujeres se volaban con los hombres, haciendo el amor en los troncos o en la maleza.

Otro grupito se fue a lo alto de una colina,  en los juegos del sexo de los caciques con las mas jóvenes, a las que coronaban  y bendecían entre los quejidos desfallecientes de ellas.






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