En
los alrededores prendieron fogatas para tener carbón. Asarìan mas carne de
animales del monte. Gurres, venados. Cocinaban también en grandes ollas de
barro, plátanos, yucas, entre un griterío inmortal, en medio de carreras
apresuradas, òrdenes que van y vienen y se estrellan, viajes de leña seca y
leña verde, lloros de niños solos, gritos de
mujeres en fiesta.
En
la maloca, mas de cincuenta jovencitas eran maquilladas y vestidas por las
mujeres conocedoras de los trucos bellos. Ponían deseables a las niñas que hoy
cumplirían una enloquecedora labor. Serían ellas las electoras del mas alto cacique Guane, el
ordenador de aquel imperio.
Muy
temprano la gente vio a los caciques Butaregua, Pomareque, Babasquezipa, Corbaraque
y Poima, desayunando abundante entre una charla imparable y dura al lado de una
choza alejada del caserío.
Los
vieron ponerse sus diademas de oro y esmeraldas, sus aretes, sus tobilleras,
sus pulseras, porque hoy sería un dia famoso en la historia de sus tribus.
En
la gran maloca las jovencitas ya estaban listas. Con sus embrujamientos y embelesos
cautivarían al hombre mas duro e invulnerable de aquellos pueblos.
De
modo que las mujeres jefes las dividieron en grupos, indicándoles el lugar a
donde ir.
Reían
voluptuosas y encandiladas las niñas entre el tintineo de sus aretes, de sus
tobilleras, de sus pulseras que las ponían delicadas, dulces. Iban maquilladas
con rayitas artísticas de colores en sus mejillas, en sus ojos, en los brazos.
Llevaban diademas de oro, mucho brillo en los ojos, y plumas de mil colores
colgaban de sus cabellos. Sus cuerpos estaban perfumados con esencias de flores
del bosque. Eran ninfas secretas, dueñas de los destinos masculinos. Llevaban
pequeñísimos tambores de sonidos insinuantes, flautas de cañas finas, conchas
de caracoles con las que harían canciones provocadoras entre el indefinido embrujamiento
del amor.
Allá
iban las niñas de doce a dieciséis años riendo felices y esperanzadas.
Un
grupo se fue a la orilla del rio junto a las gigantescas piedras donde muchas
parejas hacían el amor empezando el dia cuando el sol se asomaba, o a la luz de
las estrellas entre los gritos de las chicharras y el escándalo de los micos en
la selva.
Otro
grupo caminó al bosque, a los prados donde jugaban a la flecha, a la lanza y a
la pelota de goma, mientras en los descuidos las otras mujeres se volaban con
los hombres, haciendo el amor en los troncos o en la maleza.
Otro
grupito se fue a lo alto de una colina, en los juegos del sexo de los caciques con las
mas jóvenes, a las que coronaban y
bendecían entre los quejidos desfallecientes de ellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario