Todos
durmieron como bebés hasta el otro dia, sin ponerle cuidado a las bullas ni a
los gritos de la selva. Necesitaban sueño largo por los trasnochos pasados…… Al
despertar se sintieron ligeros y fuertes para ir a ser testigos de las nuevas
aventuras.
Hoy
demostrarían muchas habilidades los pocos combatientes elegidos de aquellas
tribus, los aspirantes al trono Guane.
Cazarían
pájaros en el vuelo, con sus flechas tan veloces. El primero que trajera veinte
pájaros cazados en el aire, ganaría la
competencia, según las normas de ese paìs.
De
modo que la muchedumbre llegó a la planicie donde podìa ver la habilidad de los
muchachos con el arco y con las flechas.
Muchos
se sentaron encima de grandes piedras, otros en los troncos que encontraban por
ahí, los otros se sentaban entre la maleza y encima del pasto.
Los
combatientes se ubicaron en sitios escogidos con cuidado para cazar los pájaros
en su vuelo.
Estaban
preparados con sus arcos flexibles y potentes y con sus flechas mas finas, alistadas
desde el dia anterior. Ya algunos le habían apuntado a las aves que pasaban rompiendo
las nubes, pero ninguno había logrado atrapar la presa.
Solo
el joven Guanentá consiguiò capturar después de hora y media, dos tórtolas
emplumadas, de entre un enjambre que pasó de pronto por encima de sus cabezas
volando apresuradas y gritonas. Se afanó yendo a recogerlas en una ladera de la
meseta, haciéndolas parte de su posible victoria. Los otros guerreros enviaban
las flechas silbantes que se perdían mas allà, entre los àrboles y las altas
malezas sin hacer blanco.
En
un buen rato, Guanentá ya tenía cinco pájaros reunidos y la gente empezaba a
rodearlo entre aplausos y fuertes gritos, vièndolo ganador. En media hora mas,
consiguió otros siete pájaros, de modo que contaba ya con doce aves aferradas
en sus flechas, convirtiéndolo en el posible cacique de aquella grande y
poderosa naciòn.
Otro
joven indio, de nombre Chanchonoa había cazado tres aves. Junto con Guanentà, eran
los únicos cazadores de pájaros en vuelo.
Ya
siendo casi el medio día, un grito enorme de la muchedumbre se elevó donde
estaba Guanentá. Había cazado los veinte pájaros pedidos por sus leyes, de modo
que el pueblo se alegró viniendo a rodearlo y felicitarlo.
Entonces
El cacique Corbaraque con su potente voz gritó “Regresemos al pueblo. Ya hay un ganador
el dia de hoy, pero mañana será definitivo. Mañana tendremos nuestro nuevo
gobernador.
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