viernes, 17 de febrero de 2017

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 63 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)....2



Los bufeus son asesinos. Nos liberarán del poder de los bufeu?” “Si” contestaron los guerreros examinando el túnel “Pero tienen que venir muy rápido mientras los bufeus atacan a sus hembras que han venido en grande grupo a ayudarnos” “Vamonos entonces, pero vamonos ya” contestaron las mujeres saliendo afanadas de su prisión, nadando a la superficie con terrible miedo, sintiendo que otra vez les llegaba la vida volviendo a la superficie de las aguas y a su pueblo que estaba a unos cien metros de donde habían asomado.
Mientras tanto los jóvenes esperaron a que las bufeu les entregaran al pez-jefe que ya había olido la conspiración.
Diecisiete de ellas lo rodearon llevándolo a los rincones entre las piedras, contra las rocas y la vegetación diciéndole “Gran bufeu, ya no resistimos mas su ausencia entre nosotras, y su olvido que tanto nos hace sufrir. Tenemos ganas de que nos haga el amor a una y a todas, ahorita mismo, como nunca lo ha hecho. Hoy queremos ser sus amantes fieles y olvidar a nuestros maridos indígenas que lo único que hacen es pensar en sus damas terrenales y en su pueblo y no nos ponen atención como hembras fogosas que somos de ellos”. “Verdad bellas bufeus? A eso han venido, a que les haga el amor ya?, dicen la verdad?”. “Si gran bufeu-jefe. Hace tiempos que no estamos con usted y sentimos como nos hace de falta su pasiòn” le decían llevándolo suave en la corriente, mientras que una pez se escapaba a donde los guerreros esperaban,  diciéndoles apurada “Vengan, vengan rápido, les entregaremos ya al gran bufeu-jefe que tenemos listo para ustedes”
Entonces nadaron veloces, llegando en poco tiempo al sitio donde estaba el enorme pez rodeado por las hembras.
Las bufeu al ver a los guerreros con sus armas dispuestas, se retiraron despaciosas, dejando solo al bufeu-jefe al que cercaron los jóvenes, agarrándolo de las aletas y de todo su cuerpo, arrastrándolo entre sus fuertes estrujones a la superficie, donde la muchedumbre que esperaba, gritó excitada viendo que a los indígenas no les había pasado nada y que estaban todos los que habían  bajado al agua.
Veían como a lo lejos, decenas de bufeus machos saltaban rabiosos encima del agua viendo  a su jefe ahogarse en convulsiones por la falta del líquido.
Los guerreros en la orilla, levantaban vencedores al pez que gritaba asfixiado y loco “Déjenme volver al agua porque me voy a morir, me estoy ahogandooooo, me estoy ahogandoooo. Déjenme libre que no me volverè a robar a sus mujeres, lo prometooo” suplicaba una vez y otra, pero nadie le hacía caso. Al contrario, lo dejaron caer semejante a un vástago que se estrella con todo su peso haciéndose mucho daño contra las piedras de la orilla.







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