martes, 6 de diciembre de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 56 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)........2



 En un descuido del guerrero, el cocodrilo le arrancó un brazo de un solo tarascazo, cayendo el muchacho asfixiado al agua, donde lo tragò instantáneo entre los gritos de la muchedumbre enloquecida frente a esa orgía de sangre y carne, nunca vista en la región.
El chapotear en medio de tantas rocas, piedras y troncos, era espantosa, lucha de demonios, hasta que la muchedumbre  vió finalmente a siete jóvenes seguros en su batalla, bien encaramados en los cocodrilos, dominándolos con su potente fuerza.
Varios les habían hundido mas flechas en las lenguas y debajo de las mándibulas, enredándolos con las redes entre alaridos horribles, “Gggrrroooggg, gggrrooogg” el mover de sus colas exterminadoras derribaba a otros muchachos cercanos como palos que cayendo en medio de los troncos y las piedras, eran tragados entre el continuo griterío de las tribus ya borrachas de exaltación y chicha.
Los hombres que todavía quedaban vivos y los caimanes enfurecidos, luchaban sin rendirse. Los horribles latigazos de las colas derrumbaban también las piedras, moviendo los grandes troncos y los tallos con golpes de muerte, acabando de un solo golpe a uno, dos, tres jòvenes tragados instantáneamente en una orgia de odio y carne, hambre, instinto y sangre. “Ooohhh, me muero, me muerooo” decía débil uno, cayendo igual que vàstago entre el agua.
Así, era la delicia de las bestias.
Hasta que finalmente uno de los jóvenes indígenas le clavó un cuchillo en ambos ojos a un saurio dejándolo ciego y fiero. Aprovechando eso, le atravesó un enorme tronco en la jeta que tenía muy abierta. El joven resitió los duros estremecimientos metiéndole también una antorcha encendida, que alguien le alcanzó, haciéndolo lanzar alaridos desconocidos. “Muérete bestia del demonio, muérete ya, animal de los infiernos” gritaba el indígena presintiendo su victoria.  Luego, viendo que la bestia se retorcía agonizando, la apuñaló repetido debajo de la mandíbula, logrando al fin que el saurio se ablandara y doblara porque mucha sangre salía de su cuerpo como fuentes encendidas, hasta quedar tendido y tembloroso encima de un tronco gigante.
Y fue ahí cuando la multitud se alegró “Hurraaaa, hurraaaa,  ya un indio mató un caimán. Ya mataron un caimán. Eso hay que celebrarlo” gritaba la multitud gozosa. “Eso quiere decir que ahora seguirá la competencia en el bosque de las serpientes….. Cuantos hombres han quedado después de la batalla?”. “No sabemos. Tenemos que contarlos, dijo el brujo mayor”.
Los sobrevivientes salieron de la laguna, oyendo que otro indio había matado a su bestia. “Solo dieciocho han quedado” gritó el cacique Corbaraque con su enorme voz . “Los caimanes devoraron mas de cincuenta jóvenes. Así vemos quienes son los mas fuertes. Vamos, vamos  entonces al bosque de las serpientes porque allá habrá algo bueno que no nos perderemos” vociferaba Corbaraque invitando a la muchedumbre algo embrutecida por la chicha, por el frio y por el sereno de la noche.
Los luchadores iban adelante, cansados pero listos a las otras batallas.
Ahora se enfrentarían a peligrosas serpientes de todos los tamaños, colores y especies. En el bosque donde ellas vivían, morirían mas muchachos, era seguro, pero cuando hubiera un vencedor, saldrían a descansar el resto de la noche.






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