martes, 22 de noviembre de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 55 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus).........2



 “Quien será capaz de ganarle a los cocodrilos, con la fuerza tan bestial que tienen?” decía una muchacha con los ojos muy abiertos, abriéndose campo entre todos, que no le hacían caso. Miraba el chapotear de esas bestias disimuladas entre tanto obstáculo, listas para el banquete que veían venir entre las luces azarosas de las antorchas.
Y de pronto  se hizo el desconcierto entre la laguna, encima de las piedras, entre los troncos y las rocas, y también en sus orillas.
Gritos pavorosos y sonidos sangrientos de batalla, salían de muchas partes, porque la lucha empezaba sin anunciarse. Ya los elegidos estaban metidos en el agua podrida, tan fètida esperando a sus enemigos. “hurraaaaaaa caciques. Maten a los cocodrilos, o ellos se los devorarán a ustedeees”. “La batalla se puso buena. Esto si es una fiesta que no nos perderemos aunque también la muerte quiera arrastrarnos al infierno” decían entre gritos sordos, encendiendo mas antorchas, caminando entre el humo cegador y las luces amarillas danzantes en el viento.
Mas de cincuenta muchachos habían saltado al agua arrojando las redes de bejucos encima de los sauarios queriendo inmovilizarlos, aprovechando su desconcierto, sus movimientos irracionales y poderosos  y sus jetas tan abiertas en espera de gruesos y suculentos bocados.  Les lanzaban flechas y les hundían lanzas que les quedaban clavadas en las gargantas, enfureciéndolos como a demonios y matando a otros.
Y los caimanes venían en tropel, entre la horrible confusión, entre las luces y las sombras de las antorchas, abríendo mas las fauces como si ya sus gargantas no estuvieran clavadas con las flechas envenenadas. Se retorcían lanzando sonidos del fin del tiempo.
Querían destrozar a su enemigo de un solo tarascazo. Devorarlos como a un animalillo indefenso,  y mostrar  que eran los dueños de la laguna, de la noche, del poder y de la selva entera.
Los luchadores se les encaramaron en las costillas queriendo inmovilizarlos con trucos entre las rocas, clávandoles cuchillos debajo de las mandíbulas y en el estómago, que eran partes mas blandas para eliminarlos de una vez. Pero mas se enfurecían las bestias, revolviéndose entre el agua olorosa a demonios. “No me ganarás feróz animal, yo soy mas fuerte que tu” gritaba un joven encaramado en las espaldas del saurio, agarrado con sus brazos por debajo de la cabeza del lagarto. Le clavaba el cuchillo bajo la mandíbula, entre los estertores y los gritos agónicos salidos de todas partes.
En menos de pocos minutos los saurios devoraron doce muchachos y querían mas porque un banquete así, se repetía pocas veces. “Muera, muera maldita bestia. No podrá ganarme. Jamás me ganará. La muerte es su destino” gritaba un joven completamente embarrado, con los músculos aplicados, puras barras de acero en el cuerpo enemigo. En un descuido del guerrero, el cocodrilo le arrancó un brazo de un solo tarascazo, cayendo el muchacho asfixiado al agua, donde lo tragò instantáneo entre los gritos de la muchedumbre enloquecida frente a esa orgía de sangre y carne, nunca vista en la región.






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