El
gobernante elegido, será fuerte de cuerpo, lúcido de mente y bondadoso de corazón.
Así que nombrarán a un hombre valiente y sabio. Ese cacique quizás tendrá el conocimiento
para que les diga lo que deben hacer y a donde deben ir para encontrar la
montaña brillante” les aconsejó el anciano jefe que también viajaría allá,
porque había recibido la invitación de elección del cacique, a través de un
indio que vino corriendo velóz por las montañas y los valles. “Allá en una choza
está descansando el indio que me trajo la invitación para asistir a la elección
del cacique. Con el me iré pero será un viaje difícil porque ya estoy cansado.
Mis años se han convertido en una carga que me impide moverme fácilmente”. “No
se preocupe gran jefe Muzo, se va con nosotros. Nos vamos en el cóndor de los
Andes y así llegaremos rápido allá, y sin problemas” dijo Millaray contenta de
seguir viajando en el buitre.
Entonces
el gran jefe dijo “Gracias por permitirme acompañarlos en un viaje tan
fantàstico, pero espérenme un momento me alisto junto con el mensajero Guane que
también se devolvera con nosotros”. “No hay problema. Traiga al mensajero
tambien, que en el cóndor hay espacio para todos” le dijo Cajamarca volteándose
a las montañas cercanas, haciendo bocina con las manos para que el ave lo
escuchara “Cóoondor de los Andeeees, cóoondoooor de los andeeees, venga inmediatamenteeeeee”,
veeeengaaaa yaaaaaa. Al poco tiempo vió
venir al buitre en su vuelo suave pero poderoso.
Llegó
como una seda, descolgándose de la neblina, rompiéndola en pedazos con la
fuerza de su cuerpo y de sus alas. Entonces el pueblo se vino corriendo para
verlo y admirarlo, mientras el ave saludaba a Millaray y a Cajamarca “Gggrrrr,
gggrrrrrr” que se le acercaron agarrándosele de una vez del ala para que los
subiera a su espinazo. Allá se acomodaron como sabían hacerlo, esperando al
jefe Muzo que pronto apareció apretujado entre la muchedumbre, acompañado del
mensajero Guane que no hacía sino mirar al buitre con temor e incredulidad.
“Agárrense de las plumas del ala, que el cóndor los traerá hasta aquí. Estén
tranquilos” les dijo Cajamarca empujando el ala del pájaro, que la bajó en un
segundo. Los dos hombres pronto se vieron alzados por encima de la gente y
puestos asombrosamente en unas anchas y largas espaldas emplumadas donde se
sintieron tibios y cómodos. Quedaron al lado de los jóvenes que muy animados les
indicaron qué hacer para que estuvieran seguros, sin peligro de caerse “Métanse
entre las plumas para que el frio no los penetre y para que la altura no los
asuste” les dijo Millaray ordenándole al cóndor “Cóndor de los Andes, vámonos pues. Coja la dirección
correcta del pueblo de los Guane”. “Como ordene princesa. Eso no está muy
lejos. Pronto llegaremos allá” contestó el ave impulsándose hácia arriba, porque
el pueblo no le daba espacio para correr y encaramarse en el viento.
Pronto
estuvieron sobre la gente que gritaba y saltaba diciendo “Adioooos y que
vuelvaaaaan, hijos de Are, hijos de las estrellas. No nos olviden, que nosotros
tampoco los olvidaremos” mientras cóndor se deslizaba en una especie de juego
con el viento, dando vueltas encima de las chozas a modo de despedida para
luego irse entre la fria neblina que los hizo invisibles en poco tiempo.
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