“Como
les fue?” les interrogaban acosándolos y apretándolos entre gritos y empujones
con los que muchos caían al suelo, hasta
que llegaron a la choza del anciano jefe que dormía mecido en una hamaca de
colores viejos “Jefe, gran jefe Muzo, los hijos de nuestro dios Are han llegado
por fin del rio, y ahora quieren hablar con usted, porque a nosotros no nos
dicen nada”.
El
anciano se despertó con los llamados, saltando de la hamaca a una estera
descuartizada sobre el suelo reseco, y saliendo a la puerta de la choza dijo “Divinos
hijos de Are. Gracias por haber vuelto, los hemos esperado largo tiempo. Han
pasado siete días desde que se fueron y estábamos afanados por ustedes.
Encontraron al joven Zarva?”. “Si gran jefe, lo encontramos pero raramente,
devolviéndonos en el tiempo y viviendo en otros espacios, yéndonos al pasado, a
lo eterno, sin que nos diéramos cuenta” decía Cajamarca sacudiendo la cabeza. “Regresamos
al infinito muchos años.Vimos como el dios Are creo a sus primeros padres, Fura
y Tena de dos bolitas de barro que lanzó a la espuma del rio. Vimos como creó a
la humanidad Muzo. Nos dimos cuenta que el joven Zarva se convirtió en el
culpable de la muerte de los primeros padres de ustedes al hacer el amor con fura. Ella sintió dolores
que nunca había tenido, envejeció rápido y finalmente murió como cualquier
mortal, perdiendo la divinidad con la que había venido al mundo. Conocimos todo
eso pero no logramos encontrar la flor milagrosa que nos hubiera hecho
poderosos e inmortales como Are. . .Ahora tenemos que seguir viajando a ver que
nos tiene el destino” terminó de decir Cajamarca siendo escuchado por el pueblo que se había acercado en
silencio para oirlos.
“Deberían
ir donde los indios Guane que en éstos días nombrarán nuevo cacique,
sometiéndolo a duras pruebas. Harán competencias duras, de gran resistencia física, ofrendas a sus dioses, y sacrificios
largos para recibir conocimiento, la sabiduría y así elegir al mejor. Si
ustedes van, el pueblo estará doblemente contento. Su visita será para ellos
como si las estrellas los acompañaran y como si el pájaro del cielo les llevara
un mensaje.
El
gobernante elegido, será fuerte de cuerpo, lúcido de mente y bondadoso de corazón.
Así que nombrarán a un hombre valiente y sabio. Ese cacique quizás tendrá el conocimiento
para que les diga lo que deben hacer y a donde deben ir para encontrar la
montaña brillante” les aconsejó el anciano jefe que también viajaría allá,
porque había recibido la invitación de elección del cacique, a través de un
indio que vino corriendo velóz por las montañas y los valles.
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