jueves, 15 de septiembre de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 47 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)...........2




Esa sangre se iba convirtiendo en agua, formando poco a poco un rio enfurecido que pasó entre Fura y tena, separándolos definitivamente, quedando convertidos también en dos peñascos que se mirarían de frente hasta siempre, hasta el fin de los siglos, y mas allà del tiempo.
“El pueblo Muzo deberá lavar las esmeraldas en ese rio, para que sean mas bellas, mas transparentes y valiosas”. Dijo la voz de Are llegada del espacio, una tarde en el pueblo entre la neblina, mientras la gente se calentaba alrededor de las fogatas y en las hornillas de las cocinas.
Hoy, enormes serpientes, alacranes, arañas venenosas y otros bichos, cuidan los cerros de Fura y Tena. Los rayos, las centellas, el viento y los enormes aguaceros los vigilan porque así ha ordenado el dios Are, que sea.
Fue ahí, cuando terminando de vivir la historia de los primeros padres de los Muzos en otra dimensión del tiempo y del espacio, que Cajamarca y Millaray despertaron a èsta vida terrestre, recobrando su conciencia a la orilla del rio donde se habían tendido para aguantar mucho rato sus visiones y para no ahogarse.
Se miraron comprendiendo todo, y sonriendo se pusieron de pié caminando otra vez al pueblo. Entendieron que era imposible encontrar por ahora la flor prodigiosa que habían venido a buscar y de la que les habían hablado maravillas.
Tendrían que seguir andando por otras regiones a ver que les indicaba el destino en relación con la montaña brillante.
“Vamos al pueblo y le contamos al jefe lo que hemos visto” dijo Millaray poniéndose de pie y sacudiendo la ruana, de la arena y las ramitas que se le habían pegado. Entonces Cajamarca también se paró de un salto y llevando el joto en la espalda, y ayudando a Millaray a acomodar el Tunjo entre la ruana, se fueron caminando hasta el pueblo que ya los veía venir por el camino embarrado, porque estaban en lo alto del monte desde donde los miraban claramente.
Los esperaban para preguntarles como les había ido en la búsqueda del joven Zarva……
“Como les fue?” les interrogaban acosándolos y apretándolos entre gritos y empujones con los que muchos caían al suelo,  hasta que llegaron a la choza del anciano jefe que dormía mecido en una hamaca de colores viejos “Jefe, gran jefe Muzo, los hijos de nuestro dios Are han llegado por fin del rio, y ahora quieren hablar con usted, porque a nosotros no nos dicen nada”.





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