jueves, 8 de septiembre de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 46 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus).............2



 “Te concedo inmediatamente lo que pides porque sé que es justo tu reclamo” respondió el dios, convirtiendo  ya, en ese mismo instante, a Zarva en un peñasco capáz de sentir los castigos de la naturaleza por los siglos de los siglos.

Cajamarca y Millaray todavía estaban allí, a la orilla del rio y encima del pasto, mirando y escuchando todo  lo que pasaba, pero parecía que nadie se diera cuenta de ellos, porque en realidad, en aquel rato eran invisibles para los otros mortales. Y ellos no sentían hambre, ni frio, ni sueño, ni cansancio.
Ya algo calmado, Tena se despidió de Are, apagando la candela en la que el dios había aparecido momentáneamente para hablarle.
Regresó al pueblo buscando a Fura a la que le dijo “Ven esposa mia. Siéntate aquí, en éste tronco, que quiero recostarme un rato en tus rodillas. Deseo descansar así, como un chiquillo en tus piernas”. “como quieras, marido mio Tena. Recuéstate y sueña” respondió ella sentándose en el tronco, en un rincón de su grande choza. Después de un rato de silencio, Tena dijo de pronto “Hasta siempre Fura, esposa mia. Que nuestro dios Are te bendiga todo el tiempo, porque lo necesitas como nunca en tu vida lo haz necesitado”  le dijo Tena haciendo un movimiento repentino y fuerte, clavándose de un  solo golpe, un filoso cuchillo en el corazón, sin dejar salir ni un quejido, muriendo instantáneamente en las rodillas de Fura que estaba muda y paralizada de miedo, de terror, y que en castigo, tuvo que sostenerlo por muchos días derramando abundantes lágrimas que como arroyos salían de sus ojos cayendo en la tierra, hundiéndose, transformándose increìblemente en vetas de esmeraldas que quedaban encima de la arena y de la tierra, otras ocultas mas abajo en el subsuelo, mientras las restantes yacerìan en las profundidades al lado de las rocas y de las hondas peñas. Esas lágrimas cayeron y se regaron inexplicables en  aquellas cordilleras, que fueron después, cordilleras de esmeraldas como ningunas en el mundo.
Mientras tanto Zarva en su inmovilidad de peñasco sacó las ultimas fuerzas que le quedaban y arrancándose las entrañas hizo que saliera la sangre de su cuerpo, rodando poderosa, soberbia y viva por el monte y por los valles que había recorrido.
Esa sangre se iba convirtiendo en agua, formando poco a poco un rio enfurecido que pasó entre Fura y tena, separándolos definitivamente, quedando convertidos también en dos peñascos que se mirarían de frente hasta siempre, hasta el fin de los siglos, y mas allà del tiempo.
“El pueblo Muzo deberá lavar las esmeraldas en ese rio, para que sean mas bellas, mas transparentes y valiosas”. Dijo la voz de Are llegada del espacio, una tarde en el pueblo entre la neblina, mientras la gente se calentaba alrededor de las fogatas y en las hornillas de las cocinas.









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