viernes, 2 de septiembre de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 45 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)...........2




 “No pudimos encontrar la flor prodigiosa que tanto buscamos con el joven zarva y por eso he regresado, amado Tena, esposo mio. Además estoy cansada y tengo dolido mi cuerpo. Necesito mucho descanso” le dijo Fura a su marido, fingiendo tranquilidad y una paz que no sentía. Y el respondió mirándola insistente y con rara sospecha “Recuéstate y descansa. Te veo extraña y fatigada. Parece que te falta la respiración y que un remordimiento te apena”.
Ella, con gran angustia fue y descansó varios días, siendo atendida por las mujeres mas bellas de la tribu, por los ancianos que estaban preocupados por su estado, y por los brujos y sacerdotes que le traían medicinas y le hacían sacrificios a los dioses para que le diera la recuperación muy pronto.
Y así siguió pasando el tiempo hasta que Tena notó que Fura se iba poniendo fea, apergaminada, empezaba a envejecer de modo acelerado, además veía que su mujer sentía dolores de toda clase y se quejaba continuamente. Entonces un día le ordenó a  sus servidores, que salieran de la choza, que lo dejaran solo, y acercándose a la estera donde ella estaba acostada, le acarició el cabello diciéndole suavemente en el oido “Tu desobedeciste la orden de nuestro dios y padre Are. Nuestro infinito creador. Me fuiste infiel con el joven Zarva mientras estuviste en las selvas con el, buscando la flor prodigiosa” y no añadió mas. Se puso de pie y se alejó despacio, con la cabeza inclinada y un dolor agudo en el pecho, dejando sola a su mujer en la choza.
Y sin esperar a nada, se puso una ruana y se fue a una montaña cercana donde encendió una gran fogata invocando a su dios Are para que le ayudara a castigar al joven Zarva por su sacrílega acción con Fura.
En menos de un momento escuchó  una voz salida de la candela que le decía “El, el muchacho que buscas, está a doscientos metros de aquí, al oriente, junto a una roca alta desde la que se quiere lanzar para matarse. Está pensativo y miedoso por ti, porque hizo destruir la promesa de una persona. Qué piensas hacer con el?” le preguntó Are haciendo bufar la hoguera de modo misterioso. “El merece un castigo que le dure por los siglos de los siglos. Quiero convertirlo en un peñasco para que el tiempo lo castigue cada dia y cada noche, para que los rayos lo quemen constantemente, lo partan a pedazos y los truenos lo atemoricen y lo pongan débil como a cualquier cobarde. Quiero que los aguaceros caigan continuamente sobre el, ablandándolo y desintegrándolo, y la neblina lo haga temblar de frio y pedir a gritos un poco de calor todos los días de la vida. Quiero que también el sol lo queme con toda su potencia y que las estrellas y los planetas lo señalen y hablen mal de el en todo el universo, por lo que hizo con mi esposa Fura y conmigo también” pedía Tena a  Are que lo escuchaba atento, metido en la hoguera de llamas azules. “Te concedo inmediatamente lo que pides porque sé que es justo tu reclamo” respondió el dios, convirtiendo  ya, en ese mismo instante, a Zarva en un peñasco capáz de sentir los castigos de la naturaleza por los siglos de los siglos.







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