sábado, 9 de julio de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 39 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus).........2




Les pasó entonces algo raro.
Comprendieron en su estado, que una fuerza extraña los llevaba al pasado, al comienzo de los tiempos donde no se había hecho la creación completa y a donde se fueron raudos en un viaje incomprensible, perdiendo el control sobre ellos mismos.
No podían hablar, y ni siquiera abrir los ojos, vivían una sensación entre confusa, loca y gozosa que los mantenía paralizados. Iban como chispas de luz entre multitudes   de asteroides. Estaban seguros que iban metidos en el tiempo. Veían seres extraños de espantosas formas, navegando sin rumbo, queriendo pegarse a las estrellas.
Esas criaturas hacían intentos de atacarlos, riéndose entre ecos espantosos, semejantes a demonios, llenando el espacio de miedo y rayos de muerte. Millaray y Cajamarca les huían despavoridos pasando cerca a las estrellas, aumentando la velocidad del vuelo, hasta alcanzar el límite del tiempo solar, entrando por fin a la zona donde todas las magias eran posibles.
 Ahí cayeron en un prado fresco con altos árboles capaces de movimiento, al lado de un río medio crecido que bajaba silencioso debajo de luces lluviosas.
Ahora si, y sin explicar còmo, en ese prado el dios Are se les apareció repentino.

 Tenía luz como un sol en su cuerpo, iluminando intenso el sitio donde estaba. Llevaba una corona de oro reluciente, y su cetro del poder en la mano izquierda, con una punta iluminada de color violeta.  “Mire, mire Cajamarca. El es el dios Are, lo se” gritaba Millaray asombrada . “Si, el es Are” respondió el joven sentándose en el pasto para mirarlo mejor. “Hola hijos mios, como están?” los saludó el dios pasando al frente de ellos, diciéndoles “Caminen me acompañan para que vean como voy a crear a la humanidad Muzo, que será la gente mas rica de la tierra. Estas regiones en las que ellos vivirán, no deben estar mas tiempo solas, según el concejo de los Dioses”. Cajamarca y Millaray no supieron responder, pero corriendo y cogiéndose de las manos, fueron detrás de Are hasta la orilla del rio, donde el dios se sentó mirando el agua un rato, contemplando las extensiones de tierra, desérticas de hombres y mujeres, agachando la cabeza en largos pensamientos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario