viernes, 1 de julio de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 38 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus).............LIBRO SEGUNDO.



Le dijeron a los jóvenes “Vamos a acompañarlos al rio Minero. No sabemos como encontrarán al joven Zarva pero nuestro dios Are los guiará para que sus deseos se cumplan ”.
Y caminaron entre las chozas, desde las que los nativos los miraban callados, poniéndole las manos en la boca a los niños llorones. Llegaron al borde de la planicie, bajando entre barrizales hondos, barrancos erosionados, debajo de árboles milenarios, musgosos, y entre piedras gigantes tapàndoles el paso.
La muchedumbre se había quedado arriba.
Los ocho caminantes anduvieron por los sendereos alrededor de hora y media hasta que vieron un rio crecido, furioso por las lluvias recientes “Es en ese rio en el que se meteràn para llamar a zarva. Nosotros los acompañamos hasta aquí. Tenemos prohibido pisar las tierras mas allà. Algunos guerreros los cuidarán mientras vigilan la montaña.
Hasta luego divinos hijos de Are” se despidió el anciano mirándolos rápido, y sin añadir mas, voltearon en la dirección de donde habían venido, regresando a su pueblo y dejando a Cajamarca y a Millaray enrutados al rio a donde siguieron, saltando entre los barrancos, por encima de troncos y piedras, llegando en poco tiempo a sus orillas que estaban arenosas, y resbalosas en muchas partes.
Tanto era el afán que tenía Millaray de encontrar a Zarva, que sin pensarlo, se metió en una orilla tranquila del rio gritando “Zarva, Zarva. Nos han dicho que hablemos con usted porque es el único que puede darnos algo necesario para nosotros. Venga para que nos entregue la flor prodigiosa que debemos tener. Venga, venga ya. Se lo ordenamos por el poder de Are que nos ha enviado y al que usted debe obedecer”
Pero nadie respondía.
Entonces Cajamarca también entró en el rio, llamando a zarva como lo hacía Millaray y aunque pasó largo rato aturdido entre sus propios gritos, nadie llegó. A las dos horas estaban cansados  y algo desilusionados por su esfuerzo, pero de pronto sintieron un desvanecimiento que les quitaba la razón, oscurecièndoles la mirada, secàndoles la boca y convulsionàndoles la respiración. Los músculos de sus piernas, de sus brazos y de todo su cuerpo se les debilitaron. Pensaron que se ahogarían en las aguas, y consiguiendo fuerzas, llegaron a la orilla pedregosa, logrando finalmente tirarse en la arena, donde quedaron mas o menos seguros.
Les pasó entonces algo raro.

Comprendieron en su estado, que una fuerza extraña los llevaba al pasado, al comienzo de los tiempos donde no se había hecho la creación completa y a donde se fueron raudos en un viaje incomprensible, perdiendo el control sobre ellos mismos.






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