Le
dijeron a los jóvenes “Vamos a acompañarlos al rio Minero. No sabemos como encontrarán
al joven Zarva pero nuestro dios Are los guiará para que sus deseos se cumplan ”.
Y
caminaron entre las chozas, desde las que los nativos los miraban callados,
poniéndole las manos en la boca a los niños llorones. Llegaron al borde de la
planicie, bajando entre barrizales hondos, barrancos erosionados, debajo de
árboles milenarios, musgosos, y entre piedras gigantes tapàndoles el paso.
La
muchedumbre se había quedado arriba.
Los
ocho caminantes anduvieron por los sendereos alrededor de hora y media hasta
que vieron un rio crecido, furioso por las lluvias recientes “Es en ese rio en
el que se meteràn para llamar a zarva. Nosotros los acompañamos hasta aquí. Tenemos
prohibido pisar las tierras mas allà. Algunos guerreros los cuidarán mientras
vigilan la montaña.
Hasta
luego divinos hijos de Are” se despidió el anciano mirándolos rápido, y sin añadir
mas, voltearon en la dirección de donde habían venido, regresando a su pueblo y
dejando a Cajamarca y a Millaray enrutados al rio a donde siguieron, saltando
entre los barrancos, por encima de troncos y piedras, llegando en poco tiempo a
sus orillas que estaban arenosas, y resbalosas en muchas partes.
Tanto
era el afán que tenía Millaray de encontrar a Zarva, que sin pensarlo, se metió
en una orilla tranquila del rio gritando “Zarva, Zarva. Nos han dicho que
hablemos con usted porque es el único que puede darnos algo necesario para
nosotros. Venga para que nos entregue la flor prodigiosa que debemos tener.
Venga, venga ya. Se lo ordenamos por el poder de Are que nos ha enviado y al
que usted debe obedecer”
Pero
nadie respondía.
Entonces
Cajamarca también entró en el rio, llamando a zarva como lo hacía Millaray y
aunque pasó largo rato aturdido entre sus propios gritos, nadie llegó. A las
dos horas estaban cansados y algo
desilusionados por su esfuerzo, pero de pronto sintieron un desvanecimiento que
les quitaba la razón, oscurecièndoles la mirada, secàndoles la boca y convulsionàndoles
la respiración. Los músculos de sus piernas, de sus brazos y de todo su cuerpo
se les debilitaron. Pensaron que se ahogarían en las aguas, y consiguiendo
fuerzas, llegaron a la orilla pedregosa, logrando finalmente tirarse en la
arena, donde quedaron mas o menos seguros.
Les
pasó entonces algo raro.
Comprendieron
en su estado, que una fuerza extraña los llevaba al pasado, al comienzo de los
tiempos donde no se había hecho la creación completa y a donde se fueron raudos
en un viaje incomprensible, perdiendo el control sobre ellos mismos.
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