Cada hombre Muzo tendrá una parcela que
trabajará con el sudor de su frente, y vivirá con una compañera que le ayudará
en todo y con la que tendrán muchos hijos, poblando éstas tierras”.
A
Millaray le parecía imposible estar mirando la creación de la humanidad Muzo,
por eso sentada en el pasto, le dijo al oído a Cajamarca “No hagamos bulla y sigamos
mirando.”
“Nadie
podrá imponerles ninguna autoridad y todos sus descendientes los adorarán como
sus primeros padres. . . Ahora ya es tiempo de que me vaya, pero no se les
olvide, me recordaràn siempre, para que haya union entre nosotros. Me iré al
sol porque allá vivo, y cada vez que tengan dificultades llámenme que yo vendré
a ayudarles”.
Entonces
Are desapareció de la vista de ellos, quedando solamente Fura, la hermosa
muchacha, mirando el sitio donde había estado su creador, con ojos vacíos, y
Tena el poderoso hombre, mudo encima de la hierba, siendo acompañados por
Cajamarca y Millaray con los que hasta ahora no podían comunicarse.
Solo
se miraban sin comprender porqué estaban allí.
El
tiempo terrenal empezó a crearse y a pasar como lo conocemos.
Corrieron
los años y la población de los Muzos crecía como la espuma, hasta que un día
apareció entre ellos, un joven alto, blanco, de ojos azules, largo cabello y
larga barba rubia que despertaba el asombro en todo lugar. Venía buscando la
flor prodigiosa que le daría poderes sin límite
y la inmortalidad buscada por algunos hombres. Al acercarse al pueblo,
todos, todos lo rodearon preguntándole “Quien es usted?. Que busca por aquí?.
De donde viene?”. “Vengo buscando la flor prodigiosa que me quitará las
enfermedades para siempre, no me dejará envejecer y finalmente me dará la
inmortalidad” respondió el joven que ya iba caminando al pueblo, cogido de los
brazos por los indígenas que querían mostrárselo a los jefes, querían saber
quien era, que quería en realidad y de donde venía.
Lo
llevaron al frente de Fura y de Tena que al verlo le preguntaron “Ustéd quien
es, joven y que hace por aquí?”. El respondió aturdido mirando la gente
apretujada observàndolo “Vengo de una nación lejana y voy a buscar en las
montañas de aquí, la flor prodigiosa que me volverá inmortal. Me dijeron que
posiblemente aquí la encontraría porque ésta es una región maravillosa donde
todo es, y donde todo se consigue” terminó de decir el joven zarva, pidiendo
permiso con la mirada. “Yo creo que no hay problema que camine por éstas
tierras” le dijo Tena, mirando la blancura de su piel, su cabello amarillo y sus
ojos azules tan distinto a la gente de su pueblo, pero Fura mantenía en
silencio.
La
gente entonces lo dejó tranquilo finalizando el dia, y le daban de comer en las
chozas.
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