jueves, 26 de mayo de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 34 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)..........LIBRO SEGUNDO.




Eran vecinos de los Panches por un sector del rio Magdalena y por los indios Mariquitas que vivían allí. Tenían espesas selvas por el norte, donde se refugiaban para atacar sorpresivamente a los enemigos. Al oriente eran vecinos con los Muiscas con los que no se toleraban. Constantemente tenían batallas con ellos porque también querían ser dueños de las montañas de esmeralda junto con sus mujeres por ser tan ricas y por tener tantas piedras finas como pocas en Columbus.
Puede decirse que vivían para la guerra y por eso fabricaban distintos tipos de armas como flechas envenenadas, cerbatanas también envenenadas de largo alcance, lanzas ligeras pero que iban al sitio exacto al ser disparadas, hachas de piedra y muchas veces de esmeraldas, con las que frecuentemente derrotaban a sus enemigos. Como se ha dicho, se aplanaban el cráneo para verse agresivos y para generar miedo en sus rivales.
El cóndor sobrevoló esas montañas frias, tanteando la situación y la actitud del pueblo. Los Muzos levantaban la vista asombrados haciéndole señas, gritando y saltando muy contentos porque pensaban que eran visitados por un pájaro gigante mandado por los dioses.
Como el buitre vió que lo llamaban diciéndole que bajara, descendió dando amplias y llamativas vueltas, hasta caer en una extensión abierta y limpia donde la gente podía verlo largamente y donde podían visitarlo sin problemas.
En ese momento el pueblo entero se vino corriendo, rodeándolo apresurados. Querían tocarlo y  llevársele aunque fuera una hebra de sus plumas porque creían que era un pájaro de las estrellas que les traìa algún mensaje còsmico urgente y muy buena suerte. “Nuestro dios Are ha enviado a éste pájaro para que nos cuide y nos proteja de ahora en adelante. De eso no hay duda” decían empujándose para estar cerca de el.
Los viejos de la comunidad y los guerreros sobresalientes, que eran los jefes de las tribus apartaban a la gente, muy brutales, casi tirándola al suelo, para acercarse al pájaro, porque ellos eran siempre los primeros en todo. Pero difícilmente les abrían espacio, porque los Muzos no tenían leyes que los obligaran a respetar a sus guias. Carecían de normas que los guiara en sus comportamientos, como ya se ha dicho. 
 Cuando todos estuvieron alrededor del cóndor, Millaray y Cajamarca salieron de entre las plumas parándose en su espinazo, sorprendiendo  a toda aquella gente que cayó de rodillas venerando la aparición de los jóvenes. “Son los hijos de nuestro dios Are los que han venido a visitarnos y a ayudarnos en las cosas que necesitamos. Por eso tenemos que adorarlos desde èste momento”

Y como los jovencitos comprendieron la actitud del pueblo, se quedaron en las espaldas del cóndor hasta que la gente empezó a decirles “Bajen, bajen adorados hijos de Are. Queremos verlos de cerca, queremos oírlos y tocarlos” . 

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