domingo, 15 de mayo de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 32 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)...........LIBRO SEGUNDO.



Pero lo que ahora deben hacer es viajar al pueblo de los Muzos, los que comercian con sal y que poseen los mas grandes yacimientos de esmeraldas del mundo, siendo el pueblo mas rico de la tierra. Deben conocer ese sitio y sus habitantes. Es la orden que ahora deben obedecer. A ellos les preguntarán por el joven Zarva que les dirá donde pueden encontrar la flor prodigiosa capaz de dar la juventud, quitar los dolores y las enfermedades para siempre, y dar la inmortalidad a aquellos que la buscan.
No había terminado de decirles lo que debían hacer, cuando miró al otro lado de la laguna diciendo en un ronco grito “Nube púrpura venga inmediatamente para que me lleve de vuelta a mi pueblo. Tengo que irme ya”. Entonces de entre las espesas nubes que estaban encima de una colina cercana, se separó una redondeada nube de color púrpura que vino navegando despacio por encima de la maleza y del lago, bajando al lado de Idacansás que dijo “Hasta luego jovencitos. Tendrán que luchar mucho para que encuentren la montaña brillante. Allá llegan únicamente los atrevidos que quieren lo mejor del universo”.
Y metiéndose en la nube la cerrò sobre el y se elevó en el espacio blanco, yéndose suave sobre la tierra y el agua hasta perderse a lo lejos entre las curvas de las montañas y entre las otras nubes espesas que finalmente lo taparon.
Cajamarca y Millaray se miraron preguntándose que iban a hacer ahora que volvían a estar solos, y sin dudar la joven puso las manos en su boca como bocina y apuntando la voz a la colina donde estaba el cóndor, gritó “Cóndor de los Andes, cóndor de los Andes venga que tenemos que viajar a la tierra de los Muzos en éste mismo instante.
El ave no hizo sino extender las alas, dando un impulso fuerte dejándose deslizar por encima de la pendiente, llegando en un momento junto a los jóvenes que le dijeron casi a una sola voz “Tenemos que irnos ya, cóndor. Debemos ir al pueblo de los Muzos inmediatamente”. Entonces el buitre dijo “Como ordenen, amigos” bajando el ala para que los muchachos se agarraran de ahí y subieran a su espinazo. Cuando se dio cuenta que estaban acomodados, corrió una corta extensión por la orilla de la laguna cogiendo impulso, elevándose luego en el aire frio y entre la neblina que había a esa hora.







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