Entonces
Cajamarca y Millaray se miraron entendiendo lo que debían hacer, y sin dudar se
desnudaron en un instante, lanzándose al agua que sintieron fría y penetrante
hasta los huesos. “Ahora salgamos y frotemos nuestros cuerpos con el polvo de
oro que nos dieron Bachué y su hijo Iguaque para ésta ofrenda” dijo Cajamarca
llegando a la orilla y alcanzando el joto que había dejado cerca de donde se
habían lanzado al agua.
Sacó
una bolsa de piel de ovejo en la que llevaba una buena porción de oro en polvo
y haciéndole señas a Millaray, se frotaron sus cuerpos hasta que quedaron
deslumbrantes como estatuas vivas bajo los rayos del sol. “Ahora llevemos
también las piedras preciosas y el oro que ha cagado el Tunjo, para ofrecèrselo
a las aguas sagradas y a la diosa”. Entonces llevaron otro bolso lleno de
esmeraldas, diamantes y el oro del Tunjo que era bastante, arrojándose decididos
a la laguna que quedó extensamente amarilla y reluciente en la superficie, con
el oro de sus cuerpos. Luego nadaron a otra orilla donde se pararon sin
resbalarse, aunque había mucho barro “Diosa del agua, gran diosa Chie bendícenos
para que podamos encontrar la montaña brillante que buscamos tanto. Perdona
nuestras faltas y ayúdanos” y orando así, iban lanzando las piedras preciosas
una a una al agua, lo mismo que el oro “No te olvides de nosotros gran diosa
Chie. Haz que los otros dioses también nos bendigan y nos ayuden en la búsqueda
de la montaña brillante” y habiendo terminado
de lanzar las riquezas, salieron del agua buscando sus guayucos y sus ruanas que
se pusieron prontamente para calentarse, mientras el mago Idacansás los miraba fascinado
al comprobar su desinterés y su entrega.
Se
les acercó desde el otro lado de la laguna diciéndoles “Ya han quedado
bendecidos por el agua, por la diosa Chie y por los otros dioses con los que
ella ha hecho pactos en el universo. De modo que pueden sentirse protegidos por
su poder”. “Gracias mago Idacansás por decirnos eso. Pero ahora queremos que
nos diga donde queda la montaña brillante” le preguntó Millaray acomodándose la ruana para tener mas calor.
“No deben afanarse. Cada cosa tiene su tiempo y eso lo irán aprendiendo lento,
muy lento. Pero lo que ahora deben hacer es viajar al pueblo de los Muzos, los
que comercian con sal y que poseen los mas grandes yacimientos de esmeraldas del
mundo, siendo el pueblo mas rico de la tierra. Deben conocer ese sitio y sus
habitantes. Es la orden que ahora deben obedecer. A ellos les preguntarán por
el joven Zarva que les dirá donde pueden encontrar la flor prodigiosa capaz de dar
la juventud, quitar los dolores y las enfermedades para siempre, y dar la
inmortalidad a aquellos que la buscan.
No había terminado de decirles lo que debían
hacer, cuando miró al otro lado de la
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