martes, 26 de abril de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 30 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)........LIBRO SEGUNDO



 En realidad es una dicha conocerte”. “Gracias, muchas gracias mago Idacansás” respondió Luz de Luna echando a volar por encima del agua con la que estaba fascinado por el oro en polvo que mantenía en la superficie, y por el extraño brillo de colores que irisaban con los rayos del espacio, poniéndolo excitado, muy acelerado.
“Buen día jovencitos” dijo el mago mirando ahora si a Millaray y a Cajamarca que tampoco le quitaban la vista porque habían comprendido que estaban frente a un ser poderoso, capàz de increíbles manifestaciones. “Buen dia Gran mago Idacansás. Es una alegría que haya venido a vernos. Es una dicha conocerlo. La diosa Bachué nos dijo que habláramos con usted porque quizás podría decirnos donde queda la montaña brillante que andamos buscando desde hace tiempos y de la que no sabemos nada”. El mago se quedó callado y sorprendido, queriendo adivinar quienes eran aquellos jóvenes que se atrevían a preguntarle eso, que ningún otro mortal hacía.
 “Para decirles cualquier cosa relacionada con esos secretos, tienen que ser bendecidos por la diosa Chie que en éste momento está esperando sus ofrendas porque sabe que han venido a visitarla y ya los ha visto en la orilla de la laguna. De modo que froten sus cuerpos con oro en polvo después de sumergirse en el agua, y cuando estén brillando con la luz del sol, saltarán a la laguna dejando el oro bailando encima del líquido. Deben ofrecerle también esmeraldas, diamantes y creaciones artísticas de oro. Tendrán que orarle mucho hasta que escuche sus plegarias. Cuando hagan todo eso, podré entonces hablar con ustedes” dijo Idacansás mirándo a Luz de Luna que no dejaba de volar encima del agua, en un juego interminable y fantástico. “Lo hacemos ya?” preguntó Millaray, intimidada frente a aquel hombre tan distinto a los otros hombres…..”Si, háganlo inmediatamente” contestó Idacansás caminando por la orilla mirando como los jóvenes se preparaban a tener contacto con Chie a través de las ofrendas.
Entonces Cajamarca y Millaray se miraron entendiendo lo que debían hacer, y sin dudar se desnudaron en un instante, lanzándose al agua que sintieron fría y penetrante hasta los huesos. “Ahora salgamos y frotemos nuestros cuerpos con el polvo de oro que nos dieron Bachué y su hijo Iguaque para ésta ofrenda” dijo Cajamarca llegando a la orilla y alcanzando el joto que había dejado cerca de donde se habían lanzado al agua.
Sacó una bolsa de piel de ovejo en la que llevaba una buena porció

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