“Tunjo ayúdenos a que el mago Idacansás venga
aquí rápidamente. Recuerde que la diosa Bachué nos dijo que debíamos hablar con
el”. “No se preocupen, amigos. Lo haré venir inmediatamente”, gritó dentro de
las ruanas donde mantenía abrigado. “Yo también lo hechizaré y lo haré venir
con mi canto” dijo el pájaro de mil colores que revoloteaba sobre el agua mojándose
el plumaje. Quería bañarse con aquellas aguas afortunadas, sagradas y famosas
de Columbus, difíciles de encontrar en otras partes.
“Pero
sáquenme de aquí, sáquenme de aquí” gritó de pronto el Tunjo estrujándose fastidioso
entre las ruanas. Millaray corrió a donde Cajamarca lo había
dejado, y levantándolo, lo destapó viendo como el bebé le sonreía diciendo
“Ustedes quieren que haga venir al mago Idacansás?. Será muy fácil con la ayuda
del pájaro de mil colores. Entre los dos le enviaremos un mensaje que el
recibirá sin problemas, viniéndose en seguida muy obediente y bondadoso” y
saliendo de la ruana, poniéndose de pie en la orilla del agua, lanzó un grito agudo
que pareció el chillido de un ave misteriosa. Grito galáctico que solo él era
capáz de producir. “Pájaro de mil
colores, venga enseguida. Lo necesito aquí inmediatamente”. Entonces Luz de
Luna se vino velóz desde la colina en la que estaba comiendo semillas y frutas.
Volò sobre la laguna, tocando con las paticas y el pecho, el agua irisada,
todavía cubierta del oro en polvo que el pueblo, el cacique y el Zipa habían
dejado allí, hasta llegar al lado del
Tunjo al que le dijo revoloteando sobre su cabeza “Que es lo que quiere?. Por
qué tiene tanto afán y me molesta tanto?”. “Tenemos que hacer venir rápidamente
a Idacansás, el poderoso mago de los Muiscas porque nuestros amigos Cajamarca y
Millaray necesitan hablar con el urgentemente”. “Verdad? Ustéd no miente?.
Entonces que esperamos. Empecemos ya a invocarlo” respondió Luz de luna
entonando un canto misterioso, bello e incomprensible que hizo callar al bosque,
cristalizar las aguas y detener las nubes en su vuelo, mientras el Tunjo
silbaba una canción mágica capáz de arrodillar a los leones, a los pumas y doblar
los árboles por poderosos y altivos que fueran.
Pájaro
y Tunjo se concentraron mas.
“Tenemos
que concentrarnos en el mago mientras usted canta y yo silbo” le dijo el Tunjo
al pájaro que entrecerró los ojos invocando la presencia del importante personaje.
De
ese modo siguieron diez minutos, hasta que vieron aparecer al otro lado de la
laguna y a unos quince metros sobre ella, una nube de color púrpura venida
desde el pueblo y que bajó lenta hasta asentarse en el suelo. Esa nube se abrió
como las valvas de una concha que tiene en su interior una perla, saliendo de
ella el mago que saludó a los jóvenes levantando los brazos.
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