jueves, 3 de marzo de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 23 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)..........LIBRO SEGUNDO.



Con el pasar del tiempo la Cacica, que había hecho pacto con los dioses entre las piedras y rocas del fondo de la laguna, se convirtió mágicamente en la diosa tutelar del lago.
Prontamente los Muiscas se dieron cuenta de eso porque ahora veían que la laguna brillaba de noche con colores extraños y bellos que iban a estrellarse en las colinas y en las nubes, devolviéndose en fulgores multiplicados.  Además el mago Idacansás les había explicado el pacto que la cacica había hecho con el agua, con las luces y con los peces. Ella les prometió cuidar de su pueblo y protegerlo en todo tiempo y situación.
Así fue como los Muiscas, su cacique Guatavita y los sacerdotes o Chuques empezaron a rendir tributo a la nueva diosa, visitándola continuamente y ofreciéndole sacrificios para que los protegiera del mal y les aumentara las riquezas.
Ella como diosa tutelar, salía de tiempo en tiempo a la superficie para recordarle a la gente, la necesidad de plegarias para renovarles su fe y para exigirles sacrificios y votos de toda especie.  “Deben adorarme porque los poderosos dioses del universo me han convertido en diosa del agua en servicio a ustedes. Mi nombre es Chie y desde mi laguna cuido de los hombres y de toda la gente de las tribus”.
Entonces se hizo costumbre celebrar ofrendas en la laguna.
Las tribus llevaban figuras de oro trabajadas con mucho arte, esmeraldas y toda clase de piedras preciosas que le entregaban al sacerdote para que las bendijera y las diera a Chie, dejándolas caer en la laguna, como intermediario que era entre el pueblo y la diosa acuática.
El Jeque oraba entonces tres días seguidos, con sus noches, acompañado por las tribus alrededor de la laguna, donde encendían fogatas y donde el pueblo danzaba y se embriagaba incansable, llegando muchos, a estados increíbles de transportación que les permitía comunicarse directamente con la naturaleza y conocer los secretos mas hondos.
Terminados esos tres días, el sacerdote y muchos del pueblo, lanzaban el oro y las piedras preciosas a las aguas, entre cánticos profundos y entregas humanas en adoración pocas veces vista.
La diosa Chie y su hija, muy felices por las ofrendas recibidas, por los ritos y oraciones, y por las danzas en su honor,  perdonaban a los hombres, guardando las riquezas en lugares desconocidos para dárselas mas tarde a otros dioses poderosos, que las recibían satisfechos, agradecidos con los humanos.
Esto dio origen a la ceremonia religiosa conocida como la leyenda de “El Dorado”.
Ese rito, los sacrificios, las danzas, los ricos ofrecimientos, era lo que ahora veian Cajamarca y Millaray sentados en las espaldas del cóndor de los Andes mientras volaban en medio de nubes gruesas.
Las tribus iban cargando en su trono al zipa Meiquechuca, gran jefe de la federación 





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