martes, 26 de enero de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 17 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)......LIBRO SEGUNDO



Bachué e Iguaque subieron entonces a una alta montaña y los llamaron con sonidos de cuernos, con señales de humo y repicar de tambores que no pararon de oírse en siete dias.
El pueblo fue llegando en  grandes caravanas desde lejanas tierras, encaramándose en las montañas cercanas a la laguna, porque eran miles y miles los que habían, pero habrìa sitio para todos.
La diosa Bachué estaba felíz viendo sus tribus, sus hijos e hijas  defendiéndose con la vida, extendiendo sus dominios y llenándose de riquezas. Al verse rodeada de semejante muchedumbre  que la llamaba insistente para que no se fuera, lanzó un hondo grito golpeando con su eco las nubes, el sol y las estrellas, diciendo “Nosotros nos vamos ya. Pueblo Muisca trabajen y sean fuertes”. Y no dijo mas.
Solo volteó a mirar a la multitud ahora callada, cogiendo de la mano a su hijo-esposo Iguaque con el que se lanzó de un salto largo al agua que se llenó de burbujas de colores. Allí, en menos de un minuto se transformaron en culebras de cinco y siete metros que llenaron de luz el agua asombrando al pueblo en su mudèz .
Entonces Bajaron veloces hasta el fondo quedándose allá, por siempre entre las piedras, en medio de la vegetación acuática y en los rincones mas apartados para que nadie fuera a encontrarlos nunca jamas.
De vez en cuando y sin que nadie se de cuenta, Bachué sale de la laguna transformada en pájaro o en oveja, o en vaca o cerdo a mirar su pueblo. Camina por muchos lugares sin ser reconocida y vuelve al agua en la que los Muiscas aprendieron a hacer sacrificios y ritos sagrados, bañándose frotados en polvo de oro y con las manos llenas de esmeraldas que dejan caer al fondo. Las tribus alucinadas en sus ritos divinos, lanzan olladas de piedras preciosas al agua transparente.  Iguaque espera èstas ofrendas, guardándolas muy abajo en un cofre de oro que nadie puede ver porque mágicamente el lo hace invisible con sus poderes.
“Aquí es donde vivo con Iguaque, que es a la vez mi hijo y mi marido, y con el que dimos vida al pueblo Muisca prosperando ésta región. Ya no nos queda mucho por hacer, de modo que dentro de poco nos iremos al sitio de donde vinimos. Regresaremos a la laguna Iguaque quedándonos allá para siempre”  le explicaba Bachué a Millaray y a Cajamarca que observaban atentos la amplia construcción donde la diosa vivía. Caminaron hasta allà viendo en un rincón ollas de barro llenas de piedras preciosas que brillaban como estrellas en la oscuridad, también habían otras con oro en polvo que los Muiscas les traían como agradecimiento por haberles dado la vida y el conocimiento.
“Hola madre, donde estabas. Te fuiste sin decirme nada” dijo de pronto Iguaque levantándose de un salto de la estera donde estaba recostado después de llegar de su trabajo con algunos hombres y mujeres de la tribu “Tienen Hambre? Preguntó sin asombrarse por la presencia de los dos jóvenes, y sin esperar respuesta se acercó al fogón donde asò carne de ovejo y papas, con la leña seca que avivó en un instante soplándola vigorosamente.
Antes de darles de comer, les ofreció chicha que los cuatro tomaron, sentados en una larga banca de madera a la que se le había perdido el tiempo. “Se quedarán ésta noche aquí y mañana podrán irse al sitio que quieran……. A donde irán?” les preguntó la diosa, y sin esperar respuesta les dijo “Yo les aconsejaría que visitaran el lago místico. Es un lugar sagrado en el que tendrán que bañarse frotándose oro en todo el cuerpo después de untarse aceite de plantas escogidas, y a donde lanzarán esmeraldas y diamantes que nosotros les daremos para que la diosa del agua, Chie los bendiga y así les vaya bien en sus aventuras.





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