jueves, 21 de enero de 2016

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 16 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus) LIBRO SEGUNDO



 Tenía uno de los guayucos  de fibra de lana de ovejo que las mujeres de las tribus le fabricaban constantemente lo mismo que las ruanas que usaba. Una de ellas la tenía puesta, porque el frio allí era muy agudo.
En éste momento descansaba del duro trabajo mantenido con las tribus.
Les enseñaba a diario los métodos de sembrado y las semillas que podían usar para su futuro alimento. Los instruía en la fundición del oro y en el pulimiento de las esmeraldas que conseguían fácilmente en las minas cercanas. Les enseñaba a hilar, a tejer y fabricar vestidos con fibras vegetales y con la lana de los ovejos que criaban por centenas. Además los instruía también en la fabricación de tambores, flautas, caracolas y otros instrumentos como las maracas y los cuernos. Les había enseñado a fabricar cerbatanas envenenadas para que se defendieran de los enemigos y para que cazaran animales del monte cuando no tuvieran carne en sus viviendas.
Cerca a ese sitio, hace mucho tiempo, cuando todavía los Muiscas no existían, la diosa Bachué recién salida de la laguna de Iguaque con su hijo en brazos, levantó una choza en menos de tres días, donde empezó a vivir y a planear que hacer para crear la raza humana, porque no podían quedarse solos en esas tierras tan extensas y tan ricas . . . y como el único hombre que había en el planeta, era su hijo Iguaque, dejó que creciera fuerte y libre como era su naturaleza, y cuando el joven empezó a sentir los impulsos de la pasiòn, tuvo continuas relaciones con su madre. Ella cada dos meses daba vida a tres, cuatro y hasta cinco bebés que crecían extremadamente rápido, como si hubiera una magia natural en eso.
En poco tiempo construyeron mas chozas para guardar tanto niño que pedía comida llorando sin parar. Trabajaban dia y noche atendiendo a los hijos, que serían el futuro de la raza muisca.
Prontamente éstos se hacían jóvenes y fuertes, aliviando el trabajo de su madre Bachué que por ratos se sentía agotada, y de su padre-hermano Iguaque que no paraba en sus actividades creativas del mundo y de los hombres.
De ese modo fue que Bachué creó al pueblo Muisca en medio del frío y la neblina en aquellos días tan largos.
Finalmente, cuando ella y su hijo se fueron poniendo viejos, cosa que pasó unos mil seicientos años después, llamaron a los hijos para que fueran a verlos. Muchos hasta ahora irían a conocerlos, otros a saludarlos, pero todos quizás a despedirlos.
Esos pueblos se habían multiplicado como las arenas de los ríos y en cierto modo se había perdido la memoria de su origen.
Bachué e Iguaque subieron entonces a una alta montaña y los llamaron con sonidos de cuernos, con señales de humo y repicar de tambores que no pararon de oírse en siete dias.






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