domingo, 22 de noviembre de 2015

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 9 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus) LIBRO SEGUNDO













Goranchacha hacía venerar frecuentemente al sol en su templo de piedra, y cuentan las tradiciones que hacía fiestas especiales con procesiones desde el cercado de Quimuinza hasta el templo del sol, donde todos se apretaban para no perderse semejante rito. La procesión seguía un camino tapizado con mantas finas y pintadas, fabricadas especialmente para ese fin. Duraba tres días de ida, tres días de oración y tres días de regreso.
Un día el pregonero reunió a todos los Hunzas en un lugar, e hizo que Goranchacha les hablara de la esclavitud que tendrían en el futuro, pues vendría gente fuerte y feroz que les habría de maltratar y afligir con sujeciones y trabajos a causa de las tierras y de las enormes riquezas que habían allì. El gran Chacha se despidió de los Hunzas y les dijo que se iba para no verlos padecer porque eso le causarìa gran tristeza, y después de muchos años, quizas centenares, volvería a verlos para darse cuenta como se encontraban, o si los hombres del otro lado del mundo, los habían destruido.
El Zaque entró al cercado y desapareció en forma definitiva, pues nunca más lo vieron. Algunos afirman que brincò a un carro aéreo jalado por caballos de fuego que en poco tiempo se perdieron en las nubes lejanas. El pregonero con cola de león, delante de todos, estalló su cuerpo y se convirtió en humo hediondo, dando así la última despedida al pueblo que se quedó asombrado y mudo por lo que veia”.
(Texto tomado de Javier Ocampo López)


Casi todos bajaron de lo alto de la colina, apretándose en los alrededores del templo pretendiendo ser los primeros en darse cuenta del sacrificio humano que los sogamuxis harían al sol. Se daban codazos y empujones, buscando los primeros lugares.

NOTA DEL AUTOR. No creo en “Los sacrificios de niños” que los Sogamuxis hicieran en el templo del sol todas las semanas.
Dizque les sacaban el corazón a esos niños para ofrecérselo a Xué, el dios del sol. Así los protegería de todo mal y les aumentaría las riquezas.
Respeto la leyenda y la incluyo en mi libro para que se analice si tengo razón. Pero Pienso que los Españoles crearon  semejantes atrocidades atribu yéndolas a nuestros antepasados  con el fin de tener un pretexto para hacer las fechorías que todos les conocemos y así justificar sus delitos, sus asaltos, sus incendios, sus robos, las violaciones, los asesinatos en masa. . . .
Con ésta aclaración, continúo la historia. 

A lo lejos los asistentes vinieron venir a cinco jeques, vestidos con gran pompa y muchos colores, teñidos sus rostros de verde, azafrán y negro, llevando en las manos largos cuchillos brillantes, y en sus cabezas diademas de oro con una esmeralda reluciente en el centro.  




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