jueves, 22 de octubre de 2015

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 5 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus) LIBRO SEGUNDO



Ese templo era una construcción circular mas o menos grande donde oficiaban ritos sagrados los sacerdotes y los jeques. Ahí celebraban ceremonias divinas por las noches y en los fines de semana, hacían cultos a los dioses, invocándolos para que los protegiera de todo mal y para que les cumplieran sus pedidos.  
El Templo tenia cuatro largos corredores formados por columnas de gruesa y fina madera grabada con dibujos religiosos y otros esquemas que expresaban sus relaciones con los dioses y con el universo.
Había un largo corredor al oriente, otro al ocidente, el de mas allá al norte y el último al sur, por los que entraban los sacerdotes y jeques del pueblo arrodillándose frente a los altares de piedra construidos ahí.
 Era el templo del sol, alrededor del que debía estar todo el pueblo por orden del cacique y de los sacerdotes, para una ceremonia que empezarían a celebrar hoy y que terminaría al otro día, ya muy tarde.
Las tribus venían semanalmente a hacerle  sacrificios al dios Xué, el rey del sol.
Le traían esmeraldas y oro, que el cacique Suamox recogía en un cofre gigante de barro igual a otros que tenía repletos de riquezas, oro y piedras preciosas en su choza en la que ya casi no cabían mas tesoros y en la que no podía entrar nadie a excepción de niñas adolescentes a las que coronaba convirtiéndolas en sus mujeres en largos ratos de iniciación . . . y placer.
Era desde ese lugar sagrado, desde el que suamox dirigía a sus pueblos con palabras cortas  y movimientos contundentes.
Con su corte de veloces mensajeros hacía cumplir sus decisivas órdenes, a la vez que entrenaba a sus tropas física y mentalmente en los campos cercanos con el fin de mantenerlos preparados porque  mantenia duras batallas con la federacion del zipa, un Muisca que vivía en en Bacatá, y con la federación del zaque, un rey Muisca también, que ejercía su poder en Hunza.
Tenían sangrientos y seguidos combates con las tribus del Tundama, También de la misma nación Muisca, pero curiosamente, cuando eran atacados por otros enemigos como los Panches o las tribu  Pijao, que eran cercanos a ellos en territorio, y muy guerreros, se unían con los antseriores, cuidando y manteniendo la unidad del imperio Muisca.




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