“Es increíble que èste pueblo haya sido creado al partir
de las piñas. Debe ser que el jugo de èstas frutas tiene poderes desconocidos”
dijo Cajamarca con ganas de traer una, y mirarla cuidadoso, a ver que descubrìa.
“Comerè muchas piñas porque presiento que me daràn fuerzas y mucho aliento para
las cosas que tengo que hacer” dijo Millaray dejando al tunjo encima del pasto,
al lado del tallo de un alto árbol que les daba sombra y frescura.
Ya los cargadores se habían vuelto a ir por mas
carga de piña, y Guaymaral quitándole a su guayuco una costra de barro que se
le había pegado a un lado de la cadera y acercándose a Ñatubay, le dijo
recogiendo una pluma roja caída de la diadema del cacique y entregàndosela cuidadoso
“Viviendo tan cerca de ustedes todo el tiempo, y no conocía la historia de la
creación de su pueblo. Pasan cosas realmente increíbles al pie de nosotros y no
las conocemos”. Entonces Ñatubay invitò a sus nuevos amigos al montòn de piñas
donde cada uno cogió una o dos y partiéndolas encima de las piedras comìan su
carne que era en realidad puro y dulce jugo.
Allì estuvieron un rato sin hablar, solo concentrados
en comer de la fruta, hasta que Ñatubay los invitò tambièn a los bohíos para
que miraran los ritos que el pueblo hacìa. El rito “del canto y fiesta de las
flechas” y el otro, del “El exorcismo a los bohíos”. Eran rituales casi
silenciosos dentro de las oscuras chozas, y aunque los Motilones reconocían al
guerrero Guaymaral y a la princesa Zulia y se sorprendìan vièndola con las alas
tan grandes que ahora tenía, no salìan de los bohíos porque el rito era lo mas
importante y sagrado para ellos en aquel dia.
Asì pasaron las horas hasta que fue anocheciendo.
Mas o menos a las ocho de la noche terminarìann las
ceremonias y entonces el pueblo saldría para invocar primero a su dios creador
Saymaydodjira que los había creado, y luego esperarìan la llegada de su dios
Sabaseba, creador de la luz y de la vida y organizador del universo y que
bajarìa del cielo por una cuerda de pelos de animales que los Motilones habían
añadido y elevado al cielo para estar en continua comunicación con èl.
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