viernes, 7 de agosto de 2015

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 98 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)



“Es increíble que èste pueblo haya sido creado al partir de las piñas. Debe ser que el jugo de èstas frutas tiene poderes desconocidos” dijo Cajamarca con ganas de traer una, y mirarla cuidadoso, a ver que descubrìa. “Comerè muchas piñas porque presiento que me daràn fuerzas y mucho aliento para las cosas que tengo que hacer” dijo Millaray dejando al tunjo encima del pasto, al lado del tallo de un alto árbol que les daba sombra y frescura.
Ya los cargadores se habían vuelto a ir por mas carga de piña, y Guaymaral quitándole a su guayuco una costra de barro que se le había pegado a un lado de la cadera y acercándose a Ñatubay, le dijo recogiendo una pluma roja caída de la diadema del cacique y entregàndosela cuidadoso “Viviendo tan cerca de ustedes todo el tiempo, y no conocía la historia de la creación de su pueblo. Pasan cosas realmente increíbles al pie de nosotros y no las conocemos”. Entonces Ñatubay invitò a sus nuevos amigos al montòn de piñas donde cada uno cogió una o dos y partiéndolas encima de las piedras comìan su carne que era en realidad puro y dulce jugo.
Allì estuvieron un rato sin hablar, solo concentrados en comer de la fruta, hasta que Ñatubay los invitò tambièn a los bohíos para que miraran los ritos que el pueblo hacìa. El rito “del canto y fiesta de las flechas” y el otro, del “El exorcismo a los bohíos”. Eran rituales casi silenciosos dentro de las oscuras chozas, y aunque los Motilones reconocían al guerrero Guaymaral y a la princesa Zulia y se sorprendìan vièndola con las alas tan grandes que ahora tenía, no salìan de los bohíos porque el rito era lo mas importante y sagrado para ellos en aquel dia.
Asì pasaron las horas hasta que fue anocheciendo.

Mas o menos a las ocho de la noche terminarìann las ceremonias y entonces el pueblo saldría para invocar primero a su dios creador Saymaydodjira que los había creado, y luego esperarìan la llegada de su dios Sabaseba, creador de la luz y de la vida y organizador del universo y que bajarìa del cielo por una cuerda de pelos de animales que los Motilones habían añadido y elevado al cielo para estar en continua comunicación con èl.

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