“Venga,
venga con nosotros, amigo Guaymaral” dijo el pájaro de mil colores parándose en
las costillas del còndor “Estaremos orgullosos de ir acompañados por el mas
bravo guerrero de èstas tierras”. “ Verdad?, entonces espèrenme un momento
alisto algunas cosas para el viaje y para llevarles algo a los jefes de ese
pueblo” dijo Guaymaral caminando ágil a su grande choza.
No se demorò mucho.
Arreglando
algunas cosas debajo del còndor a donde había llegado muy apurado, dijo a sus amigos “Los ancianos y el gran
brujo se encargaràn del pueblo mientras volvemos y en caso necesario nos harán señales de humo
y de tambores pues estaremos muy cerca
para escuchar sus pedidos” explicó Guaymaral despidiéndose de los Cinera que
los rodeaban sin perderse ni una palabra. “El còndor ya bajò su ala. Agarrese
fuerte de las plumas para que nos suba a sus espaldas y podamos acomodarnos
allì” dijo Cajamarca enseñando a Guaymaral como hacerlo. Millaray ya había
subido con el Tunjo y los esperaba asomàndose un poco entre las plumas, donde
estaba hundida. Zulia dijo “Estoy muy
feliz hoy. Estrenarè mis alas en èste vuelo que no será muy largo pero si muy
placentero. No olviden que si me canso, me esperan”. “Claro que si, princesa,
no faltaba mas. Su compañía es importante, da alegría a todos, y jamàs la
dejaremos sola” le dijo Cajamarca desde las espaldas del còndor. “Alistese
entonces, princesa Zulia porque el còndor ya va a arrancar en su vuelo”. “Estoy
lista. Irè al lado de ustedes para que vayamos todos, tranquilos” “Vàmonos
pues” gritò el còndor batiendo potente sus alas, elevándose de una vez por
encima del pueblo sin necesidad de correr entre ellos, en una vertical que
doblò a los cuarenta metros de altura dando otras vueltas sobre el pueblo a
modo de despedida. Ya Millaray, Cajamarca, Guaimaral se habían despedido, y
Zulia diciendo “Hasta luego pueblo mio, pronto volveremos” aleteò fuerte
encontrándose de pronto en las alturas donde iba aprendiendo a manejar sus alas
y su vuelo al lado del còndor que la guiaba con suavidad. No le costò mucho a
Zulia aprender, y en menos de veinte minutos ya volaba como una experta
mientras reia dichosa al lado de sus amigos en el alto espacio y entre las
nubes que depronto se les atravesaban asustándola un poco. “Esto es lo mejor
que me ha podido pasar” gritaba Zulia jubilosa “le doy gracias al cielo, a los
dioses, al pájaro de mil colores, al còndor y a ustedes por haberme dado el
regalo de èstas alas maravillosas que me permiten ir de un sitio a otro en poco
tiempo”. “Aprovèchelas como mejor pueda” le gritaba Cajamarca, admirado por el
vuelo de la muchacha, mientras Guaimaral miraba mudo a su hermosa mujer
convertida ahora en un adorable pájaro que querìa tener en sus brazos.
Felicitaciones. Gracias por compartir.
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