sábado, 7 de febrero de 2015

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 70 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de columbus)




Despues de veinte minutos en los que el cacique y sus hijos le habían pedido a los visitantes estarse callados para no interrumpir el rito del brujo, lo vieron finalmente descansar y desgonzarse de su esfuerzo. Y sin preocuparse de mirarlos porque se quedó con la vista en las nubes que pasaban, les dijo “Ya sabía que vendría un dios vecino nuestro, con su hijo, y con dos jóvenes guerreros, permanentes viajeros y exploradores de Columbus. Sé que han llegado en un cóndor gigante venido de la luna y que se ha convertido en su buen amigo. Conozco también que andan buscando a la diosa Inhimpitu desaparecida hace meses de éstas tierras y de la que no tenemos noticia porque se fue sin decirnos nada”.

Cuando terminó de hablar, se volteó finalmente a donde estaba el cacique con los otros, mirándolos tranquilo, poseído por una extraña fuerza que los visitantes le vieron extrañados y admirados, sin poderlo explicar.  “Gran dios Ewandama y su hijo, gracias por venir a visitarnos. Este dia es de fiesta en nuestro pueblo por su presencia aquí. Somos vecinos suyos, eso lo sabemos desde hace tiempos y por eso nos ponemos contentos de verlos, porque los Waunana son gente callada que nunca sale de su tierra, que siempre están allá escuchando las enseñanzas de los dioses, que no los abandonan. Gracias también a ustedes, jóvenes hijos de las estrellas por haber venido a éste país del sol donde ha vivido Inhimpitu  y con la que ustedes quieren hablar urgentemente, lo se. Pero ahora, lo primero que deben hacer es comer y descansar porque se les vé el maltrato que tienen. Mas tarde nos reuniremos y hablaremos de las cosas que quieren saber.

Y después que Anbaibe y sus hijos escucharon al brujo, guía del pueblo, salieron con él del rancho, dejando allí a los visitantes que prontamente recibieron de una muchacha una batea de madera llena de carne de cabro asada, yuca asada, Plátanos asados también, y algunos pescados sancochados que habían tenido guardados varios días conservándolos con sal. De modo que Ewandama, su hijo silencioso, Millaray y Cajamarca, además del tunjo que de vez en cuando sacaba la cabeza de la ruana, mirando donde estaba, con el fin de orientarse y de conocer la gente a la que escuchaba, comieron hasta llenarse, después de lo cual el dios y el hijo se tendieron en las esteras que encontraron tendidas encima de los tapetes, mientras Cajamaarca y Millaray escogieron dos hamacas en las que se metieron de una vez, estirando los músculos y cerrando los ojos buscando el sueño. “Se volvieron amables diciéndoles que somos parientes de  Inhimpitu y asegurándoles también que el cóndor había llegado volando de la luna” dijo Millaray sonriendo a Cajamarca que había levantado la cabeza para escucharla “Tengo sueño y voy a dormir” dijo el joven. Entonces todos cerraron  los  ojos y el ensueño y la quimera pronto llegaron entre el sopor envolvente.

Dos horas fueron suficientes para reponerse del maltrato, y estando otra vez despiértos y ágiles, salieron a la puerta del rancho frente a la que estaban sentados el cacique, con sus dos hijos y el brujo Wayúu guardándoles su descanso y esperándoles el despertar para hablar con ellos calmadamente. “Ya han descansado” les dijo el cacique poniéndose de pie, acercándose a ellos para preguntar sin darles tiempo de nada “Entonces ustedes han venido al país de la Guajira a buscar a la diosa Inhimpitu?”. “Si, a eso vinimos, noble cacique” contestó Millaray mirando muy lejos las luces reflejadas por el mar en el cielo. “Pero como no encontramos el rancho donde vivía, resolvimos venir donde ustedes para ver si saben algo de ella. Necesitamos encontrarla urgente para preguntarle algunas cosas”. “Realmente no lo sabemos. Ignoramos donde está. Hay cosas secretas de los dioses que no nos es permitido conocer” dijo el brujo caminando cerca al cóndor acurrucado al pie de un barranco que le daba sombra. “sin embargo podemos llamar a nuestro creador y dios Maleiwa para ver si él conoce el paradero de la diosa”. “Verdad eso harán? Gracias venerable brujo por ayudarnos en esto tan importante ” dijo Ewandama mirando al pueblo que estaba mas allá y que no se acercaba porque se les tenían prohibido venir a escuchar las charlas en casos como éste.
 
 
 
 

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