domingo, 1 de febrero de 2015

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 69 (La desconocida y fantàstica historia de los pueblos indìgenas de Columbus)




De pronto, entre la algarabía y el gran desorden, llegó el cacique de ese pueblo con una larga y gruesa vara en sus manos, símbolo de su poder y autoridad, a la vez que la usaba como apoyo y para defenderse de los enemigos y de las serpientes que abundaban mucho por allì,  y que sin darse cuenta entraban a las chozas con gran peligro para los niños y las mujeres. Era el cacique Anbaibe, acompañado de sus hijos Nutibara y Quimunchú. Venían vestidos con largas batas de colores para protegerse de los rayos del sol que eran intensos la mayor parte del año. Tenían diademas hechas con plumas de colores y llevaban las caras pintadas con líneas geométricas de colores verdes, rojas y negras.

Los dos jóvenes estaban armados con lanzas y flechas mostrando además una rara agresividad quizás por sentirse invadidos tan de repente  en su territorio por gente extraña. Le preguntaron a los visitantes sin ninguna prudencia “Ustedes quienes son, con que permiso llegan a éstas tierras que son sagradas para nosotros? Y además, éste pájaro gigante donde lo consiguieron? porqué es tan grande?” y al ver Cajamarca la dureza del cacique y de los hijos, resolvió decir que era pariente de Inhimpitu, la diosa Guajira, para que los respetaran y los atendieran bien. “Yo soy hermano  de la diosa Inhimpitu, de éstas tierras y que ustedes conocen muy bien. La joven que viene con nosotros también es hermana de Inhimpitu, y ellos son Ewandama, dios del pueblo de los Waunana, y su hijo, que quisieron venir desde el sur del país Chocó a visitarlos para preguntarles donde podemos encontrar a Inhimpitu, porque hemos ido a buscarla y no la hemos encontrado. El pájaro en que venimos, se vino volando muy velòz desde la luna, donde tiene su casa, y como lo ayudamos y le dimos agua y comida para que se recuperara del cansancio, nos hicimos amigos y nos dijo que no lo dejáramos nunca porque le gustaba la tierra, para seguir viviendo aquí y que a cambio de nuestra ayuda podíamos viajar en sus espaldas todo lo que quisiéramos”.

Entonces el cacique oyendo esto, se ablandó, lo mismo que sus hijos, que corrieron a servirles con gran  atención ”Vengan, vengan comen algo porque deben tener  hambre. Y si quieren descansar, tenemos buenas hamacas para que duerman y se recuperen. . . Ahhh, entonces estamos al frente de dioses y de parientes de dioses?” dijo como para si el cacique Anbaibe, entrecerrando los ojos y moviendo lento la cabeza. Verlos llegar montados en un pájaro tan grande nos ha dejado boquiabiertos y mudos. “Sigan, sigan nobles visitantes, mi pueblo también es de ustedes. Vengan a mi rancho para que coman algo y descansen porque su viaje ha debido ser largo”.

Así, los visitantes sintieron confianza y acompañados del cacique y de sus hijos, caminaron entre la gente que les abría paso siguiéndolos y mirándolos insistentes y tocándolos también para ver que tenían de raro.

Llegaron a un rancho grande de gruesas columnas, pardes de arcilla y techo de palma que daba frescura en aquel clima tan ardiente. El suelo estaba cubierto con gruesos tapetes de muchos colores de los que los Wayúu eran expertos fabricantes. Al llegar allá encontraron al brujo del pueblo, un hombre anciano, muy delgado, de ojos brillantes y ágiles movimientos, recitando plegarias al pie de una ventana por la que miraba al espacio extendiendo los brazos en intensa concentración y en actitud de súplica.

Despues de veinte minutos en los que el cacique y sus hijos le habían pedido a los visitantes estarse callados para no interrumpir el rito del brujo, lo vieron finalmente descansar y desgonzarse de su esfuerzo. Y sin preocuparse de mirarlos porque se quedó con la vista en las nubes que pasaban, les dijo “Ya sabía que vendría un dios vecino nuestro, con su hijo, y con dos jóvenes guerreros, permanentes viajeros y exploradores de Columbus. Sé que han llegado en un cóndor gigante venido de la luna y que se ha convertido en su buen amigo. Conozco también que andan buscando a la diosa Inhimpitu desaparecida hace meses de éstas tierras y de la que no tenemos noticia porque se fue sin decirnos nada”.

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