“Y ustedes quienes son?” les preguntó ewandama mirándolos curioso.
“Son mis amigos que han venido a conocer sus tierras”. Respondió el buitre.
“Entonces ustedes son los hijos de los dioses de los que me han hablado tanto
en éstos tiempos. Los que les ensañaron todo a los Emberá-Catíos y que vivieron
largo tiempo con ellos”. “Si, nosotros somos” le dijo Cajamarca acercándose a
Ewandama para verlo mejor y porque le veía sus actitudes infantiles, ingenuas. “Gracias,
gracias por haber venido. Lo que pasa es que tengo un problema en la cración de
los humanos y sé que ustedes me ayudarán a solucionarlo”. “Tranquilícese gran
dios Ewandama. Ya tendremos tiempo para hablar de eso y para arreglar las
cosas” le dijo Millaray viendo la ansiedad del dios y su agitación frente a
ellos.mo
Lo invitaron a caminar para que se calmara.
Hablaron mucho “Mi mundo está incompleto e imperfecto, les
decía Ewandama. Siento que falta algo importante pero no caigo en cuenta que es.
La gente nacida de la unión de las mujeres con los animales, han puesto este
mundo al revés y necesito arreglarlo porque así como está no es. Tengo la idea
pero no logro darle forma para arreglar el desorden. Por eso deben ayudarme. Aconséjenme
que hacer, quizás he perdido facultades por falta de uso” suplicaba Ewandama
mirando a Millaray y a Cajamarca sin quitarles la vista porque los veía
atractivos y sabios.
Ese día pasó velóz y llegó la
noche. “Voy a hacerles una invitación especial” dijo de pronto Cajamarca
acercándose mucho a Ewandama y a su hijo que estaba a su lado sin decir nada.
“Quieren venir con nosotros a dormir en las espaldas del cóndor? Ahí estarán
cómodos y pasarán una noche excelente” terminó diciéndoles Cajamarca,
escuchando al cóndor que decía mas allá, como a sesenta metros “Está buena esa
invitación que le hace al dios Ewandama y a su hijo, joven cajamarca, porque
para eso vine aquí. Para hacerme amigo de ellos y porque desde hace tiempos ellos
también quieren conocerme. Vengan, suban a mi espalda. Pasarán una buena noche
entre mis plumas”. “Verdad gran pájaro de las estrellas? Usted quiere que durmamos
en sus costillas, metidos entre sus plumas?” le preguntó el dios al cóndor,
corriendo hasta encontrarlo acurrucado entre gigantes árboles y al pie de una
alta peña que lo protegía del viento y del sereno. “Voy a bajar un ala para que
se agarre de ahí y yo lo subiré a mi espinazo” le dijo el buitre a la vez que
llegaban Cajamarca, Millaray y el hijo de Ewandama que miraba y escuchaba todo
en gran silencio.
Entonces Cajamarca se acercó al
ala que el buitre había descolgado y cogiendo a Millaray de la mano, le
enseñaron al dios y a su hijo como cogerse de las plumas, y cuando todos estuvieron
listos, le gritaron al ave “Levántenos pues, Cóndor de los Andes. Llévenos a
sus costillas” y el cóndor con un movimiento suave, levantó a sus amigos que en
un momento estuvieron en su espalda buscando allí buen sitio para pasar la
noche. “Esto es lo mejor que puede pasarnos con amigos como ustedes” dijo de
pronto Ewandama sentándose y escondiéndose entre las plumas en un juego
infantil e ingenuo.
El viejo dios de pronto se quedó
dormido, sin haberle dado las buenas noches a sus amigos. las espaldas del cóndor eran fuertes, muy
potentes, pero a la vez suaves y mansas. llevaban al descanso y al sueño y eso
fue lo que de inmediato le pasó a Ewandama.
Julio Gracias por escribir estas historias que nos conectan con nuestros ancestros y nos recuerdan nuestro origen.
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