Se amarró el largo cabello blanco
con una fina fibra que encontró tirada por ahí, mientras sus manos se hundían
en la arcilla haciendo delgadas figuras a las que les daba un soplo,
convirtiéndolas en seres con vida que iban creciendo delante de ellos hasta
tener la estatura de los hombres en
menos de un pensamiento.
Padre e hijo miraban esas figuras y se entusiasmaban, de
modo que Ewandama fabricó en esos días centenares, miles de mujeres de arcilla blanca,
hasta que su hijo le dijo “Ya no mas, padre. No cree mas mujeres porque no
sabemos que vamos a hacer con ellas.
Casi todas se habían ido
corriendo, riendo y cantando entre la selva, mirando a los
animales que les llamaron mucho la atención, por su
variedad, sus colores y formas y porlos sonidos que tenían. Y como Ewuandama no había creado hombres, ellas se enamoraron
de los animales y con el pasar del tiempo empezaron a vivir con ellos. Los animales las
habían mirado mucho desde que ellas habían llegado, y viéndolas tan lindas decían "Mira
esas cholas tan bonitas, vamos a acompañarlas". Y el saíno dijo: "A mí me gusta ésta. Me la
llevaré enseguida"; y la tortuga dijo: "A mí esta otra. Será solo mia". Y así se fueron
acercando y acercando hasta que cada uno se acostó con una mujer y se
fueron para Noanamá una región en la que se reunían los animales a hablar de las cosas que
pasaban en el mundo.
En el viaje comenzaron a nacer los hombres, hijos del oso, del venado, del gavilán y del
tatabro, del armadillo y de la lechuza. Nacieron niños y nacieron niñas y el mundo se llenó
de gente».
Cuando estaba pasando eso, fue que aparecieron Cajamarca y Millaray en el cóndor de
los Andes, que volaba ansioso, buscando a Ewandama para saludarlo.
No pudieron dar con él en ese primer intento, y como querían conocer aquella tierra y las
costumbres de sus gentes, bajaron a la orilla del rio donde había un espacio amplio que les
permitía aterrizar sin problemas.
No había pasado mucho tiempo, cuando de pronto
apareció Ewandama con su hijo, atraído por la noticia de que allí estaba el
pájaro gigante de las estrellas. Al verlo, gritó muy contento desde lejos
“Bendito es éste día y bendito eres tu, divíno pájaro por venir a visitarnos.
Cada día rogaba yo a los dioses para que me ayudaran a traerlo aquí
y por fin mis pedidos se han cumplido, gracias a ellos y al poder del universo
que es infinito”. Entonces se acercó corriendo semejante a un niño, y cuando
llegó junto al cóndor, se tiró boca abajo en la tierra golpeando el suelo con
las manos “Gracias amigos por venir, gracias dioses por ayudarme. Este gran
visitante me ayudará sin duda a que las mujeres se alejen de los animales
porque no pueden ser sus esposas para siempre. El me aconsejará, estoy seguro,
lo que debo hacer para que eso suceda, y mi reino funcione bien” y se paró de
un salto acercándose a las patas del buitre que tocó largamente en adoración, mientras
Millaray y Cajamarca se acercaban habiéndose levantado de donde estaban
descansando. “Y ustedes quienes son?” les preguntó ewandama mirándolos curioso.
“Son mis amigos que han venido a conocer sus tierras”. Respondió el
buitre. “Entonces ustedes son los hijos de los dioses de los que me han hablado
tanto en éstos tiempos. Los que les ensañaron todo a los Emberá-Catíos y que
vivieron largo tiempo con ellos”. “Si, nosotros somos” le dijo Cajamarca
acercándose a Ewandama para verlo mejor y porque le veía sus actitudes
infantiles, ingenuas.
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