miércoles, 27 de agosto de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 49 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)


 Caragabi estaba felíz porque ya era el dueño del agua y podría darla al mundo desde éste momento.
Y dando vueltas por ahí, se encontró con antiguos amigos suyos, de regiones desconocidas que ahora ponían agua en la cavidad de un formidable árbol de nombre genene, sagrado para ellos. El árbol crecía sin parar haciéndose mas ancho y alto cada vez, por el favor del agua.
Caragabi pensó “será necesario hacer dos cosas para darle agua al mundo. Derribar completamente el peñasco donde vivía Getzera y derribar también el árbol Genene para que la deje pasar.
En otro sitio desconocido y volando sin rumbo, el cóndor de los Andes con Millaray y Cajamarca en sus espaldas, pasó casualmente por encima del enorme peñasco y por un lado del árbol sagrado Genene que les llamó mucho la atención porque parecía tener movimiento propio además de parecer humano. Como lograron ver que allí estaba el dios Caragabi que los había echado de su lado días atrás, bajaron suave escondiéndose en la selva para ver que era lo que hacía.
Caragabí llamó entonces a los hombres ayudantes, diciéndoles “Traigan hachas, sus hachas de piedra, muy afiladas, para que derribemos el árbol Genene y así podamos darle el agua a la humanidad.
Pero aunque trabajaron constantes dándole hachazos sin parar, se les pasó el dia sin lograrlo. Descansaron esa noche y durmieron profundo, pero al volver al otro dia para terminar de derribarlo, las heridas que le habían hecho, desaparecieron inexplicables en las horas nocturnas.
“Este árbol es mágico, no quiere morir” decían los hombres, fascinados. “Si, si, es  mágico. Se cura a si mismo en poco tiempo” repitieron los otros, asombrados. Y animados por la aventura siguieron dándole hachazos en un trabajo incansable, hasta que llegó la noche sin tumbarlo, sintiéndose desanimados e impotentes en su esfuerzo.
Entonces Caragabi que había estado todo ese dia examinando la cueva del agua, se acercó en la tarde a sus amigos diciéndoles “No tenemos porqué preocuparnos si el árbol no ha sido derrumbado". 
"Yo les daré la luz en la noche para que sigan trabajando y el árbol no se recupere”. 
Y dejando ir el sol, frotó sus manos, haciendo aparecer una luz resplandeciente de color blanco-azuloso. 
No se sabía de donde salía y enloqueció de dicha a los hombres. 
Así podían trabajar, mirando a la vez el árbol. Esa luz de Caragabi, rodeó al genene y a los hombres que ahora en olvido trabajaban en la base del árbol con sus hachas enloquecidas y sus músculos en acción.
Mientras tanto Millaray y Cajamarca observaban encaramados en otros árboles vecinos “Por qué será que quieren tumbar ese árbol?” le preguntó Millaray a Cajamarca en un murmullo. “Parece que ese árbol le da el agua a la tierra para que los hombres vivan” contestó el joven forzando la mirada “Sigamos ojeando en silencio a ver que pasa”. “Si, miremos callados” respondió la joven, encantada con la luz que inexplicablemente había en la selva esa noche.
Pero los hombres no lograban derribar el árbol.
Habían trabajado todo ese dia con su noche, y sin descansar siguieron dando hachazos el dia siguiente y también en la noche de ese día, y al otro día, hasta que finalizando el tercero, el árbol cayó entre sordos ruidos, callando a la selva por la extrañeza del sonido, pero no se desplomó del todo porque miles de bejucos y ramas de árboles vecinos lo detenían en la caida.

Caragabi se incomodó, porque si Genene no caía bien, el no podría fertilizar el mundo con sus aguas. 

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