Caragabi estaba felíz porque ya era el dueño
del agua y podría darla al mundo desde éste momento.
Y
dando vueltas por ahí, se encontró con antiguos amigos suyos, de regiones
desconocidas que ahora ponían agua en la cavidad de un formidable árbol de
nombre genene, sagrado para ellos. El árbol crecía sin parar haciéndose
mas ancho y alto cada vez, por el favor del agua.
Caragabi
pensó “será necesario hacer dos cosas para darle agua al mundo. Derribar completamente
el peñasco donde vivía Getzera y derribar también el árbol Genene para que la
deje pasar.
En
otro sitio desconocido y volando sin rumbo, el cóndor de los Andes con Millaray
y Cajamarca en sus espaldas, pasó casualmente por encima del enorme peñasco y
por un lado del árbol sagrado Genene que les llamó mucho la atención porque
parecía tener movimiento propio además de parecer humano. Como lograron ver que
allí estaba el dios Caragabi que los había echado de su lado días atrás, bajaron
suave escondiéndose en la selva para ver que era lo que hacía.
Caragabí
llamó entonces a los hombres ayudantes, diciéndoles “Traigan hachas, sus
hachas de piedra, muy afiladas, para que derribemos el árbol Genene y así
podamos darle el agua a la humanidad.
Pero
aunque trabajaron constantes dándole hachazos sin parar, se les pasó
el dia sin lograrlo. Descansaron esa noche y durmieron profundo, pero al volver
al otro dia para terminar de derribarlo, las heridas que le habían
hecho, desaparecieron inexplicables en las horas nocturnas.
“Este
árbol es mágico, no quiere morir” decían los hombres, fascinados. “Si, si, es mágico. Se cura a si mismo en poco tiempo” repitieron los
otros, asombrados. Y animados por la aventura siguieron dándole hachazos en un trabajo incansable, hasta que llegó la noche sin tumbarlo, sintiéndose desanimados e impotentes en
su esfuerzo.
Entonces
Caragabi que había estado todo ese dia examinando la cueva del agua, se acercó en
la tarde a sus amigos diciéndoles “No tenemos porqué preocuparnos si el árbol
no ha sido derrumbado".
"Yo les daré la luz en la noche para que sigan trabajando
y el árbol no se recupere”.
Y dejando ir el sol, frotó sus
manos, haciendo aparecer una luz resplandeciente de color
blanco-azuloso.
No se sabía de donde salía y enloqueció de dicha a los
hombres.
Así podían trabajar, mirando a la vez el árbol. Esa luz de Caragabi, rodeó al genene y a los hombres que
ahora en olvido trabajaban en la base del árbol
con sus hachas enloquecidas y sus músculos en acción.
Mientras
tanto Millaray y Cajamarca observaban encaramados en otros árboles
vecinos “Por qué será que quieren tumbar ese árbol?” le preguntó Millaray a
Cajamarca en un murmullo. “Parece que ese árbol le da el agua a la tierra para
que los hombres vivan” contestó el joven forzando la mirada “Sigamos ojeando en silencio a ver que
pasa”. “Si, miremos callados” respondió la joven,
encantada con la luz que inexplicablemente había en la selva esa noche.
Pero
los hombres no lograban derribar el árbol.
Habían
trabajado todo ese dia con su noche, y sin descansar siguieron dando
hachazos el dia siguiente y también en la noche de ese día, y al otro día, hasta
que finalizando el tercero, el árbol cayó entre sordos ruidos, callando a la selva por la extrañeza del sonido, pero no se desplomó del todo porque miles
de bejucos y ramas de árboles vecinos lo detenían en la caida.
Caragabi
se incomodó, porque si Genene no caía bien, el no podría
fertilizar el mundo con sus aguas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario