jueves, 21 de agosto de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 48 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)



Mientras tanto, esa noche Caragabi tuvo otro sueño en el que le mostraron que la diosa Getzera era mezquina y miserable y que nunca le daría el agua. Por eso al despertar se dijo “Mañana mismo iré con mi amigo el pájaro dominejo hasta donde Getzera se oculta. El me dirá donde queda su cueva encantada”. Casi no durmió por la impaciencia, y sin dejar que el sol saliera, llamó al dominejo diciéndole “Vámonos ya. Tenemos que encontrar a Getzera para que nos de inmediatamente el agua”. Y el pájaro le contestó “Vamos gran señor Caragabi, cualquier demora es fatal”.
Arrancó el dios a caminar entre la selva a la que difícilmente entraba el sol, por los millones de hojas de los árboles que trancaban la luz. Se encontró con muchos animales a los que saludó con atención y afecto porque hacía días no los veía y porque todos ellos eran sus amigos. Trepó muchas veces por rocas altas y resecas, con sorprendente agilidad, pero al fin de cuentas eso no era raro porque el era un Dios y podía conservar su juventud y fuerza el tiempo que quisiera.  
Caminó por encima de miles de hojas muertas, mullidas, semejantes a colchones de sueño. Bajo a los valles por los que en poco tiempo correrían arroyos de vida. Subió a las montañas, todas pura selva. Atravesó zonas desérticas no muy extensas y ya empezaba a cansarse, quería tomar de ese líquido. Su pájaro amigo no lo abandonaba…….. y le decía “Animo. Mucho ánimo debes tener, gran dios Caragabi. No desfallezca tu fé, que yo buscaré caminos cortos para llegar rápido”.
Y caminó mucho Caragabi hasta que un dia, entre el canto felíz, y el afán del dominejo, alcanzó a escuchar el ruido del agua dentro de una cueva gigantesca por la que iba pasando en ese momento. “Aquí es donde vive la diosa Getzera y aquí es donde guarda el agua para que nadie mas la tenga” le dijo el pájaro amigo acercándosele al oido.
Entonces Caragabi golpeó fuerte, con una piedra, la encantada peña, golpeó mucho allí esperando que la diosa le abriera, pero no fue así. Getzera no se dignó abrirle ni contestarle a pesar de que ya se había dado cuenta que se trataba del dios Caragabi.
Y caragabi no dejaba de golpear la roca hasta que indignado por la actitud de la diosa, concentró su pensamiento en la roca que tapaba la entrada, convirtiéndola mágicamente en polvo de la tierra.
Sin importarle la potencia del agua que salía arrastrando todo, entró en medio de esa corriente buscando a la joven, que lo miraba parada desde una alta roca, y encontrándola, después de un alto salto, la miró directo a los ojos. La cogió de la mano con fuerza sacándola a la selva y dejándola definitivamente abandonada a un lado de su palacio de agua y piedra.
Ella lloraba desconsolada, histérica y Caragabi siguiéndola entre el rugir del agua  no se confió de la muchacha. Se acercó otra vez a ella agarrándola de los brazos diciéndole palabras desconocidas que inexplicable  y mágicamente la dividieron partiéndola por la cintura “De ahora en adelante serás una hormiga gigante y tu oficio será cargar por siempre agua en tu boca llevándola a las raíces de los árboles para que se nutran, crezcan y den fruto”. Getzera no contestó. Solo inclinó la cabeza dispuesta a obedecer a aquel dios poderoso que había descubierto la entrada a su cueva, dominando el agua y a la diosa viviente allí.
 Caragabi estaba felíz porque ya era el dueño del agua y podría darla al mundo desde éste momento.

Y dando vueltas por ahí, se encontró con antiguos amigos suyos, de regiones desconocidas que ahora ponían agua en la cavidad de un formidable árbol de nombre genene que era sagrado para ellos. El árbol crecía y crecia sin parar haciéndose mas ancho y alto cada vez, por el favor del agua.





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