jueves, 10 de julio de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 43 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)




De modo que la muchedumbre llegó a la planicie donde podìa ver la habilidad de los muchachos con el arco y con las flechas. Muchos se sentaron encima de grandes piedras, otros lo hicieron en los troncos que encontraban por ahí, mientras los demás se sentaban entre la maleza y encima del pasto.
Los combatientes se ubicaron en sitios que consideraban especiales para cazar a los pájaros en su vuelo.
Estaban preparados con sus arcos mas flexibles y potentes y con sus finas flechas  alistadas con cuidado el dia anterior. Ya algunos le habían apuntado a las aves que pasaban rompiendo las nubes, pero ninguno había acertado.
Solo el joven Guanentá logró capturar temprano dos tórtolas de entre un enjambre que pasó de pronto por encima de sus cabezas volando apresuradas y gritonas. Se afanó yendo a recogerlas en una ladera de la meseta, haciéndolas parte de su trofeo y de su posible victoria. Los otros guerreros enviaban las flechas pretendiendo hacer blanco pero no lo lograban.
Guanentá ya tenía cinco pájaros reunidos y la gente empezaba a rodearlo y a vitorearlo entre aplausos y fuertes gritos considerándolo ganador de hoy. En media hora consiguió otros siete pájaros, de modo que contaba ya con doce aves convirtiéndolo virtualmente en el posible cacique.
Otro joven indio de nombre Chanchonoa había cazado tres aves. Junto con Guanentà, eran los únicos cazadores de pájaros en vuelo.
Ya siendo casi el medio día, un grito enorme de la muchedumbre se elevó donde estaba Guanentá. Había cazado los veinte pájaros, de modo que el pueblo se alegró viniendo a rodearlo y felicitarlo.
Entonces El cacique Corbaraque con su potente voz  gritó “Regresemos al pueblo. Ya hay un ganador el dia de hoy, pero mañana será definitivo. Sabremos quien será nuestro gobernador.
Y la gente caminó al pueblo entre gritos, empujones y silbidos, como siempre lo hacían.
El resto de tarde lo pasaron hablando duro, riéndose escandalosos, tomando chicha como agua, comiendo de todo lo que encontraban en las cocinas y en las chozas, y durmiendo tirados en todo lugar, hasta que fue llegando la noche, con muchas estrellas y otras luces de colores brillantes en el espacio hondo y frio de aquellas tierras. La luna estaba blanca y redonda. Muy sola caminaba sin parar entre nubes tímidas.
La gente entró a sus chozas alistando las esteras y la hamacas. Tenìan gruesas cobijas fabricadas con lana de ovejo, y ruanas con las que se abrigarìan consiguiendo calor. La mayoría se acostò tarde haciendo apuestas. “Quien será el gran cacique de las tribus guane?”.
Al otro dia, las muchachas mas lindas se pondrían bellas para los guerreros. Los provocarìan con sus artes del amor y con sus embrujos de las que eran expertas. Creìan que los guerreros no aguantarían sus encantos.
Caerían y no habría ningún ganador.

Esas jovencitas pondrían a funcionar los secretos del embrujamiento amoroso. El embeleso y el arrobo. Solo el que pudiera resistir semejantes ofrecimientos, sería el gran cacique-emperador de los Guane.


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