sábado, 5 de julio de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 42 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)



Las bufeu al ver a los guerreros, se retiraron despaciosas, dejando solo al bufeu-jefe al que cercaron los jóvenes agarrándolo de las aletas y de todo su cuerpo, arrastrándolo entre sus fuertes estrujones a la superficie, donde la muchedumbre que esperaba, gritó excitada viendo que a los indígenas no les había pasado nada y que estaban todos los que habían bajado al agua.
Veían como a lo lejos, decenas de bufeus machos saltaban rabiosos encima del agua viendo  a su jefe ahogarse en convulsiones por la falta del líquido.
Los guerreros en la orilla, levantaban vencedores al pez que gritaba asfixiado y loco “Déjenme volver al agua porque me voy a morir, me estoy ahogandooooo, me estoy ahogandoooo. Déjenme libre que no me volverè a robar a sus mujeres, lo prometooo” suplicaba una vez y otra, pero nadie le hacía caso. Al contrario, lo dejaron caer semejante a un vástago que se estrella con todo su peso haciéndose mucho daño contra las piedras de la orilla.
El pez murió en quince minutos, quedando con la boca abierta, igual que sus agallas siendo olvidado en minutos por su cardúmen que bajó otra vez a lo hondo, persiguiendo a las bufeu huyendo a sus laberintos.
Arriba en el pueblo la muchedumbre gritaba “Cogieron al bufeu jefe. Lo han traido hasta aquí y ninguno de los guerreros está muerto. Que vivaaann”. “Que vivaaan los bravos combatientes” contestaron los de las tribus llevándose en lo alto al enorme pez al que pusieron al lado de una hornilla, donde lo asarían con carbones muy incandescentes que mantenían allí todo el tiempo.
Mientras tanto regresarían al pueblo donde se haría la penúltima prueba.
El cacique Butaregua corrió delante de la multitud para subirse en la roca desde donde los gobernantes le hablaban al pueblo y cuando llego el populacho, al que había estado esperando, levantó muy alto la voz diciendo. “Los nueve guerreros han liberado a las mujeres secuestradas y han traido al gran bufeu-jefe que ahora está muerto y listo para ser asado y comido por muchos de nosotros.
Por eso propongo que el resto de éste dia sea de descanso para que mañana se haga la penúltima prueba y así conocer quien será nuestro mas alto y digno cacique que gobernará la confederación. Que responden?” Preguntó en un grito enorme, “Díganme, que responden?”.  “Que está bien su propuesta. Comeremos, descansaremos y dormiremos el resto del dia y de la noche para saber cual será el guerrero elegido de acuerdo con su fortaleza y su sabiduría”. “Buenaaaa, buenaaaa” gritaron muchos al otro lado, yéndose cada cual a buscar sus chozas y sus lugares de descanso, tal como se les había aconsejado.
Millaray y Cajamarca regresaron a su choza.
Allá les llevó una india joven, acompañada de un anciano, una batea de madera llena de carne asada de ternero, carne de ovejo, muchas papas fritas con manteca de marrano, arracachas sancochadas, fríjoles revueltos con plátano verde. Alverjas con yuca y papa y chicha bien fermentada. Comieron afanados por el hambre que tenían, y se pusieron a dormir el sueño faltante, mientras la indígena y el anciano salían de la choza, dejándolos solos, tranquilos.
Todos durmieron como bebés en el pueblo, hasta el otro dia, sin ponerle cuidado a las bullas ni a los gritos de la selva. Necesitaban sueño por los trasnochos pasados. Al despertar se sintieron ligeros y fuertes.
Hoy demostrarían mas habilidades los combatientes.
Cazarían pájaros en el vuelo con sus flechas. El primero que trajera veinte pájaros cazados ganaría la competencia.

De modo que la muchedumbre llegó a la planicie donde podìa ver la habilidad de los muchachos con el arco y con las flechas. Muchos se sentaron encima de grandes piedras, otros lo hicieron en los troncos que encontraban por ahí, mientras los demás se sentaban entre la maleza y encima del pasto.



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