domingo, 29 de junio de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 41 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)



Iremos con ustedes hasta donde las tienen y los atacaremos formando un desconcierto como nunca se ha hecho. En ese desorden, ustedes se llevarán a las indias y nosotras les entregaremos al bufeu jefe que nos ha hecho tanto daño. Les gusta la propuesta?” preguntaron rodeándolos. Los jóvenes se miraron y uno dijo “Está bien, aceptamos el trato. Vamos inmediatamente a donde viven, para ver lo que hay que hacer”.
  Las bufeus no contestaron pero nadaron veloces, siendo seguidas por los guerreros que también nadaban semejantes a peces. Fueron diez minutos de viaje entre el agua oscura que les impedía apreciar claramente por donde iban. Cuando estuvieron cerca de las indias secuestradas, una bufeu dijo “Les mandaremos sonidos de celos y de ataque histérico, y ellos se vendrán detrás de nosotras a insultarnos y a ahuyentarnos porque no quieren vernos junto de sus indias, entonces ustedes aprovecharan el momento, para liberarlas. Después les diremos cual es el bufeu jefe para que lo atrapen y hagan con el lo que quieran”.
Entonces las peces hicieron grupo como un nudo y estando así, movieron sus aletas con gran rapidez, abriendo sus bocas y sus agallas, lanzando ultrasonidos, inaudibles para los combatientes que las miraban atentos en sus maniobras extrañas.
Eso duró varios minutos. Al final, vieron venir decenas de bufeus machos a gran velocidad, listos a atacarlas, mientras los jóvenes bajaron rápidamente al sitio de donde habían salido los machos con el fin de liberar a las indias.
Era un túnel largo y alto que tenía tapada la entrada con maleza en movimiento por las corrientes subacuáticas,  y cuando se asomaron allí, las indias se asombraron maravilladas diciéndoles “Ustedes indios, sangre de nuestra sangre y carne de nuestra carne, como pudieron llegar aquí? Porqué se han atrevido a tanto sin sufrir la muerte? Lo que están haciendo es muy peligroso. Los bufeus son asesinos. Nos liberarán del poder de los bufeu?” “Si” contestaron los guerreros examinando el túnel “Pero tienen que venir muy rápido mientras los bufeus atacan a sus hembras” “Vamos entonces, pero vamos ya” contestaron las mujeres saliendo afanadas de su prisión y nadando a la superficie con terrible miedo, sintiendo que otra vez les llegaba la vida volviendo a la superficie de las aguas y a su pueblo que estaba a unos cien metros.
Mientras tanto los jóvenes esperaron a que las bufeu les entregaran al pez-jefe que ya había olido la conspiración.
Diecisiete de ellas lo habían rodeado llevándolo a los rincones entre las piedras, contra las rocas y la vegetación diciéndole “Gran bufeu, ya no resistimos mas su ausencia entre nosotras, y su olvido que tanto nos hace sufrir. Tenemos ganas de que nos haga el amor como nunca nos lo ha hecho. Hoy queremos ser sus amantes fieles y olvidar a nuestros maridos indígenas que lo único que hacen es pensar en sus mujeres y en su pueblo y no nos ponen atención como hembras que somos de ellos”. “Verdad bellas bufeus? A eso han venido, a que les haga el amor?, dicen la verdad?”. “Si gran bufeu-jefe. Hace tiempos que no estamos con usted y sentimos como nos hace de falta” le decían llevándoselo suave en la corriente, mientras que una pez se escapaba a donde los guerreros esperaban,  diciéndoles apurada “Vengan, vengan rápido, les entregaremos al gran bufeu-jefe que ya tenemos rodeado y listo para ustedes”
Entonces nadaron veloces, llegando en poco tiempo al sitio donde estaba el enorme pez rodeado por las hembras.
Las bufeu al ver a los guerreros, se retiraron despaciosas, dejando solo al bufeu-jefe al que cercaron los jóvenes agarrándolo de las aletas y de todo su cuerpo, arrastrándolo entre sus fuertes estrujones a la superficie, donde la muchedumbre que esperaba, gritó excitada viendo que a los indígenas no les había pasado nada y que estaban todos los que habían bajado al agua.

Veían como a lo lejos, decenas de bufeus machos saltaban rabiosos encima del agua viendo  a su jefe ahogarse en convulsiones por la falta del líquido.




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