Que
nuestro dios Are te bendiga todo el tiempo, porque lo necesitas como nunca lo
has necesitado” le dijo Tena haciendo un
movimiento repentino y fuerte, clavándose de un solo golpe, un filoso cuchillo en el corazón, sin
dejar salir ni un quejido, muriendo instantáneamente en las rodillas de Fura
que estaba muda y paralizada, y que en castigo, tuvo que sostenerlo por muchos
días derramando abundantes lágrimas que como arroyos salían de sus ojos cayendo
en la tierra,
hundiéndose, transformándose en vetas de esmeraldas que quedaban encima de la arena
y de la tierra, otras ocultas mas abajo, en el subsuelo, mientras las restantes
quedaban en las profundidades al lado de las rocas y de las hondas peñas. Esas
lágrimas cayeron y se regaron inexplicables en aquellas cordilleras, que fueron después, cordilleras
de esmeraldas como ningunas otras en el mundo.
Mientras
tanto Zarva en su inmovilidad de peñasco sacó las ultimas fuerzas que le
quedaban y arrancándose las entrañas hizo que saliera la sangre de su cuerpo, rodando
soberbia por el monte y por los valles.
Esa
sangre se iba convirtiendo en agua, formando poco a poco un rio enfurecido que pasó
entre Fura y tena, separándolos definitivamente, quedando convertidos también
en dos peñascos que se mirarían de frente hasta siempre, hasta el fin de los
siglos.
“El
pueblo Muzo deberá lavar las esmeraldas en ese rio, para que sean mas bellas,
mas transparentes y valiosas”. Dijo la voz de Are llegada del espacio, una
tarde en el pueblo entre la neblina, mientras la gente se calentaba alrededor
de las fogatas y en las hornillas de las cocinas.
Hoy,
enormes serpientes, alacranes, arañas venenosas y otros bichos, cuidan los
cerros de Fura y Tena. Los rayos, las centellas, el viento y los enormes
aguaceros los vigilan porque así ha ordenado el dios Are que sea.
Fue
ahí, cuando terminando de vivir la historia de los primeros padres de los Muzos
en otra dimensión del tiempo, que Cajamarca y Millaray despertaron otra vez,
recobrando su conciencia a la orilla del rio donde se habían tendido para aguantar
mucho rato sus visiones y para no ahogarse.
Se
miraron comprendiendo todo, y sonriendo se pusieron de pié caminando otra vez al
pueblo. Entendieron que era imposible encontrar por ahora la flor prodigiosa
que habían venido a buscar y de la que les habían hablado maravillas.
Tendrían
que seguir andando por otras regiones a ver que les indicaba el destino en
relación con la montaña brillante.
“Vamos
al pueblo y le contamos al jefe lo que hemos visto” dijo Millaray poniéndose de
pie y sacudiendo la ruana, de la arena y las ramitas que se le habían pegado.
Entonces Cajamarca también se paró de un salto y llevando el joto en la
espalda, y ayudando a Millaray a acomodar el Tunjo entre la ruana, se fueron
caminando despacio hasta el pueblo que ya los veía venir por el camino
embarrado, porque estaban en lo alto del monte desde donde los miraban claramente.
Los
esperaban para preguntarles como les había ido en la búsqueda del joven Zarva.
“Como
les fue?” les interrogaban acosándolos y apretándolos entre gritos y empujones
con los que muchos caían al suelo, hasta
que llegaron a la choza del anciano jefe que dormía mecido en una hamaca de
colores viejos “Jefe, gran jefe Muzo, los hijos de Are han llegado por fin del rio,
y ahora quieren hablar con usted, porque a nosotros no nos dicen nada”.
El
anciano se despertó con los llamados, saltando de la hamaca a una estera
descuartizada sobre el suelo reseco, y saliendo a la puerta de la choza dijo “Divinos
hijos de Are. Gracias por haber vuelto, los hemos esperado largo tiempo. Han
pasado siete días desde que se fueron y estábamos afanados por ustedes. Encontraron al
joven Zarva que con tanto afán buscaban?”. “Si gran jefe, lo encontramos pero raramente,
devolviéndonos en el tiempo, yéndonos al pasado sin que nos diéramos cuenta”
decía Cajamarca sacudiendo la cabeza. “Regresamos al pasado muchos años.Vimos
como el dios Are creo a sus primeros padres, Fura y Tena de dos bolitas de
barro que lanzó a la espuma del rio. Vimos como creó a la humanidad Muzo. Nos
dimos cuenta que el joven Zarva se convirtió en el culpable de la muerte de los
primeros padres de ustedes al hacer el
amor con fura. Ella sintió dolores que nunca había tenido, envejeció rápido y
finalmente murió como cualquier mortal, perdiendo la divinidad con la que había
venido al mundo. Conocimos todo eso pero no logramos encontrar la flor
milagrosa que nos hubiera hecho poderosos e inmortales como Are. . .Ahora tenemos
que seguir viajando a ver que nos tiene el destino” terminó de decir Cajamarca
siendo escuchado por el pueblo que se
había acercado en silencio para oirlos.
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