sábado, 19 de abril de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 30 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)





Que nuestro dios Are te bendiga todo el tiempo, porque lo necesitas como nunca lo has necesitado”  le dijo Tena haciendo un movimiento repentino y fuerte, clavándose de un  solo golpe, un filoso cuchillo en el corazón, sin dejar salir ni un quejido, muriendo instantáneamente en las rodillas de Fura que estaba muda y paralizada, y que en castigo, tuvo que sostenerlo por muchos días derramando abundantes lágrimas que como arroyos salían de sus ojos cayendo en la tierra, hundiéndose, transformándose en vetas de esmeraldas que quedaban encima de la arena y de la tierra, otras ocultas mas abajo, en el subsuelo, mientras las restantes quedaban en las profundidades al lado de las rocas y de las hondas peñas. Esas lágrimas cayeron y se regaron inexplicables en  aquellas cordilleras, que fueron después, cordilleras de esmeraldas como ningunas otras en el mundo.
Mientras tanto Zarva en su inmovilidad de peñasco sacó las ultimas fuerzas que le quedaban y arrancándose las entrañas hizo que saliera la sangre de su cuerpo, rodando soberbia por el monte y por los valles.
Esa sangre se iba convirtiendo en agua, formando poco a poco un rio enfurecido que pasó entre Fura y tena, separándolos definitivamente, quedando convertidos también en dos peñascos que se mirarían de frente hasta siempre, hasta el fin de los siglos.
“El pueblo Muzo deberá lavar las esmeraldas en ese rio, para que sean mas bellas, mas transparentes y valiosas”. Dijo la voz de Are llegada del espacio, una tarde en el pueblo entre la neblina, mientras la gente se calentaba alrededor de las fogatas y en las hornillas de las cocinas.
Hoy, enormes serpientes, alacranes, arañas venenosas y otros bichos, cuidan los cerros de Fura y Tena. Los rayos, las centellas, el viento y los enormes aguaceros los vigilan porque así ha ordenado el dios Are que sea.
Fue ahí, cuando terminando de vivir la historia de los primeros padres de los Muzos en otra dimensión del tiempo, que Cajamarca y Millaray despertaron otra vez, recobrando su conciencia a la orilla del rio donde se habían tendido para aguantar mucho rato sus visiones y para no ahogarse.
Se miraron comprendiendo todo, y sonriendo se pusieron de pié caminando otra vez al pueblo. Entendieron que era imposible encontrar por ahora la flor prodigiosa que habían venido a buscar y de la que les habían hablado maravillas.
Tendrían que seguir andando por otras regiones a ver que les indicaba el destino en relación con la montaña brillante.
“Vamos al pueblo y le contamos al jefe lo que hemos visto” dijo Millaray poniéndose de pie y sacudiendo la ruana, de la arena y las ramitas que se le habían pegado. Entonces Cajamarca también se paró de un salto y llevando el joto en la espalda, y ayudando a Millaray a acomodar el Tunjo entre la ruana, se fueron caminando despacio hasta el pueblo que ya los veía venir por el camino embarrado, porque estaban en lo alto del monte desde donde los miraban claramente.
Los esperaban para preguntarles como les había ido en la búsqueda del joven Zarva.
“Como les fue?” les interrogaban acosándolos y apretándolos entre gritos y empujones con los que muchos caían al suelo,  hasta que llegaron a la choza del anciano jefe que dormía mecido en una hamaca de colores viejos “Jefe, gran jefe Muzo, los hijos de Are han llegado por fin del rio, y ahora quieren hablar con usted, porque a nosotros no nos dicen nada”.
El anciano se despertó con los llamados, saltando de la hamaca a una estera descuartizada sobre el suelo reseco, y saliendo a la puerta de la choza dijo “Divinos hijos de Are. Gracias por haber vuelto, los hemos esperado largo tiempo. Han pasado siete días desde que se fueron y estábamos afanados por ustedes. Encontraron al joven Zarva que con tanto afán buscaban?”. “Si gran jefe, lo encontramos pero raramente, devolviéndonos en el tiempo, yéndonos al pasado sin que nos diéramos cuenta” decía Cajamarca sacudiendo la cabeza. “Regresamos al pasado muchos años.Vimos como el dios Are creo a sus primeros padres, Fura y Tena de dos bolitas de barro que lanzó a la espuma del rio. Vimos como creó a la humanidad Muzo. Nos dimos cuenta que el joven Zarva se convirtió en el culpable de la muerte de los primeros padres de ustedes al  hacer el amor con fura. Ella sintió dolores que nunca había tenido, envejeció rápido y finalmente murió como cualquier mortal, perdiendo la divinidad con la que había venido al mundo. Conocimos todo eso pero no logramos encontrar la flor milagrosa que nos hubiera hecho poderosos e inmortales como Are. . .Ahora tenemos que seguir viajando a ver que nos tiene el destino” terminó de decir Cajamarca siendo escuchado  por el pueblo que se había acercado en silencio para oirlos.




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