No
podían hablar, y ni siquiera abrir los ojos, vivían una sensación entre confusa
y gozosa que los mantenía paralizados. Iban como chispas de luz entre diminutos
asteriodes. Estaban seguros que iban metidos en el tiempo. Veían seres extraños
de espantosas formas, navegando sin rumbo, queriendo pegarse a las estrellas.
Esas
criaturas tenían ganas de atacarlos, riéndose entre ecos espantosos, semejantes
a demonios, llenando el espacio de miedo y rayos de muerte. Millaray y
Cajamarca les huían despavoridos pasando cerca a las estrellas, aumentando la
velocidad de vuelo, hasta alcanzar el límite del tiempo solar, entrando a la
zona donde todas las magias eran posibles.
Ahí fue cuando cayeron en un prado fresco de
altos árboles capaces de movimiento, al lado de un río medio crecido que bajaba
silencioso y transparente debajo de luces lluviosas.
Ahora
si, y sin lograr explicar por qué, en ese prado el dios Are se les apareció de
repente.
Tenía mucha luz alrededor de su cuerpo, mejor
dicho parecía un gigantesco bombillo encendido, iluminando el sitio donde estaba.
Llevaba una corona de oro reluciente, y su cetro del poder en la mano
izquierda, con una punta iluminada de color violeta. “Mire, mire Cajamarca. Es el dios Are, lo se”
gritaba Millaray embelesada . “Si, el es Are” respondió el joven sentándose en
el pasto para mirarlo mejor. “Hola hijos mios, como están?” los saludó el dios pasando
al frente de ellos, diciéndoles también “Caminen me acompañan para que vean
como voy a crear a la humanidad Muzo, que será la gente mas rica de la tierra. Estas
regiones en las que ellos vivirán, no deben estar mas tiempo solas, según el concejo
de los Dioses”. Cajamarca y Millaray no supieron responder, pero corriendo y
cogiéndose de las manos, fueron detrás de Are hasta la orilla del rio, donde el
dios se sentó mirando el agua un rato, contemplando las extensiones de tierra,
desérticas de hombres y mujeres, agachando la cabeza en largos pensamientos.
Entonces
estiró el brazo y poniendo la mano encima del barro que había a su lado, formó
dos peloticas que distraídamente arrojó en la espuma del rio, diciendo “Ordeno
que dos seres humanos, hombre y mujer, nazcan de las pelotitas de ese barro que
he puesto en la espuma” dijo Are sin apartar la mirada de las pompas del agua,
que a cada momento eran mas grandes y que inexplicablemente se llenaban de
colores.
Inmediatamente,
de las dos peloticas, nacieron dos criaturas que crecían y crecían bajo el
influjo del dios, hasta que finalmente aparecieron un hombre y una mujer desnudos
que iban cogidos de las manos.
Are se levantó “Tu nombre será Fura y serás la
mas bella y femenina de todas las mujeres Muzos” le dijo Are a la mujer,
contemplándola fascinado, acercándose a ella para examinarla de arriba abajo
porque le había gustado su obra. “Y tu nombre será Tena” le dijo al hombre, que
se había levantado en sus musculosas piernas. “Tu serás el compañero de la
mujer que he creado. La cuidarás como se cuida a un tesoro, tendrás centenares
de hijos con ella y lo mas importante, le serás fiel en todo tiempo” siguió
diciéndoles Are, mientras Cajamarca y Millaray no perdían palabra. “Serán
siempre jóvenes y fuertes. No tendrán dolores ni enfermedades, y nunca morirán.
Pero si alguno de los dos le es infiel al otro, entonces sentirán dolor, se
enfermarán, envejecerán y finalmente morirán. Los he creado porque deben ser
los padres de la humanidad Muzo, que vivirán en éstas tierras poblándolas y
extendiéndolas hasta los límites que yo les daré. Seré su único dios al que
obedecerán y adorarán siempre. Estaré a su lado enseñándoles a trabajar la
tierra, a fabricar los vestidos con los que se cubrirán. Les enseñaré a
defenderse de los animales salvajes y de los enemigos que querrán robarlos y matarlos.
Aprenderán a fabricar vasijas y a tener el fuego para que cocinen sus comidas y
para que se calienten en las noches. Todo eso les enseñaré y mientras tanto
ustedes le darán vida a la humanidad Muzo. Atenderán a muchas criaturas hasta
que crezcan para que ellos a su vez les ayuden a poblar éstas tierras. Cada
hombre Muzo tendrá una parcela que trabajará con el sudor de su frente, y vivirá
con una compañera que le ayudará en todo y con la que tendrá muchos hijos para
seguir poblando éstas tierras”.
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