domingo, 23 de febrero de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 19 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)




“Buen día jovencitos” dijo el mago mirando ahora si a Millaray y a Cajamarca que tampoco le quitaban la vista. “Buen dia Gran mago Idacansás. Es una alegría que haya venido a vernos. Es una dicha conocerlo. La diosa Bachué nos dijo que habláramos con usted porque quizás podría decirnos donde queda la montaña brillante que andamos buscando desde hace tiempos y de la que no sabemos nada”. El mago se quedó callado y sorprendido, queriendo adivinar quienes eran aquellos jóvenes que se atrevían a preguntarle eso, que ningún otro mortal hacía.
 “Para decirles cualquier cosa relacionada con esos secretos, tienen que ser bendecidos por la diosa Chie que en éste momento está esperando sus ofrendas porque sabe que han venido a visitarla y ya los ha visto en la orilla de la laguna. De modo que froten sus cuerpos con oro en polvo después de sumergirse en el agua, y cuando estén brillando con la luz del sol, saltarán a la laguna dejando el oro bailando encima del líquido. Deben ofrecerle también esmeraldas, diamantes y creaciones artísticas de oro. Tendrán que orarle mucho hasta que escuche sus plegarias. Cuando hagan todo eso, podré entonces hablar con ustedes” dijo Idacansás mirándo a Luz de Luna que no dejaba de volar encima del agua, en un juego interminable y fantástico. “Lo hacemos ya?” preguntó Millaray, intimidada frente a aquel hombre tan distinto a los otros hombres…..”Si, háganlo inmediatamente” contestó Idacansás caminando por la orilla mirando como los jóvenes se preparaban a tener contacto con Chie a través de las ofrendas.
Entonces Cajamarca y Millaray se miraron entendiendo lo que debían hacer, y sin dudar se desnudaron en un instante, lanzándose al agua que sintieron fría y penetrante hasta los huesos. “Ahora salgamos y frotemos nuestros cuerpos con el polvo de oro que nos dio Bachué y su hijo Iguaque para ésta ofrenda” dijo Cajamarca a Millaray llegando a la orilla y alcanzando el joto que había dejado cerca de donde se habían lanzado al agua.
Sacó una bolsa de piel de ovejo en la que llevaba una buena porción de oro en polvo y haciéndole señas a Millaray se frotaron sus cuerpos hasta que quedaron deslumbrantes como estatuas vivas bajo los rayos del sol. “Ahora llevemos también las piedras preciosas y el oro que ha cagado el Tunjo, para ofrecerlo a las aguas y a la diosa”. Entonces llevaron otro bolso lleno de esmeraldas, diamantes y el oro del Tunjo que era bastante, arrojándose decididos a la laguna que quedó extensamente amarilla y reluciente en la superficie, con el oro de sus cuerpos. Luego nadaron a otra orilla donde se pararon sin resbalarse, aunque había mucho barro  “Diosa del agua, gran diosa Chie bendícenos para que podamos encontrar la montaña brillante que buscamos tanto. Perdona nuestras faltas y ayúdanos” y orando así, iban lanzando las piedras preciosas una a una al agua, lo mismo que el oro “No te olvides de nosotros gran diosa Chie. Haz que los otros dioses también nos bendigan y nos ayuden en la búsqueda  de la montaña brillante” y habiendo terminado de lanzar las riquezas, salieron del agua buscando sus guayucos y sus ruanas que se pusieron prontamente para calentarse, mientras el mago Idacansás los miraba fascinado al comprobar su desinterés y su entrega.
Se les acercó desde el otro lado de la laguna diciéndoles “Ya han quedado bendecidos por el agua, por la diosa Chie y por los otros dioses con los que ella ha hecho pactos en el universo. De modo que pueden sentirse protegidos por su poder”. “Gracias mago Idacansás por decirnos eso. Pero ahora queremos que nos diga donde queda la montaña brillante” le preguntó Millaray  acomodándose la ruana para tener mas calor. “No deben afanarse. Cada cosa tiene su tiempo y eso lo irán aprendiendo con la vida. Pero lo que ahora deben hacer es viajar al pueblo de los Muzos, los que comercian con sal y que poseen los mas grandes yacimientos de esmeraldas del mundo, siendo el pueblo mas rico de la tierra. Deben conocer ese sitio y sus habitantes. Es la orden que ahora deben obedecer. A ellos les preguntarán por el joven Zarva que les dirá donde pueden encontrar la flor prodigiosa capaz de dar la juventud, quitar los dolores y las enfermedades para siempre, y dar la inmortalidad a aquellos que la buscan.

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