No
era el regreso tan ordenado y solemne como había sido la marcha a la laguna. La
gente iba borracha y sin muchas fuerzas buscando el pueblo con ganas de echarse
a dormir y a descansar muchas horas.
Hay
que decir que bajo las aguas de la laguna yacen todavía los tesoros que allí
fueron arrojados en esos tiempos por tribus enteras. Sin embargo parece que Xué,
el dios del sol, y Bochica velan sobre ellos para que nadie los profane.
Por
fin cuando todo quedó solo, Millaray y Cajamarca caminaron hasta la laguna que
brillaba rara y bella, como si tuviera luz por dentro. Encendieron apresurados tres
fogatas invocando, como les había aconsejado la diosa Bachué, la presencia del gran
mago Idacansás, el mago mas poderoso de los Muiscas con el que debían hablar
para que les revelara un secreto. Le dijeron al Tunjo “Tunjo ayúdenos a que el
mago Idacansás venga aquí rápidamente. Recuerde que la diosa Bachué nos dijo
que debíamos hablar con el”. “No se preocupen, amigos. Lo haré venir
inmediatamente”, gritó dentro de las ruanas donde mantenía abrigado. “Yo
también lo hechizaré y lo haré venir con mi canto” dijo el pájaro de mil colores
que revoloteaba sobre el agua mojándose el plumaje. Quería bañarse con aquellas
aguas afortunadas, sagradas y famosas de Columbus, difíciles de encontrar en
otras partes.
“Pero
sáquenme de aquí, sáquenme de aquí” gritó de pronto el Tunjo estrujándose fastidioso
entre las ruanas. Entonces Millaray corrió a donde Cajamarca lo había dejado, y
levantándolo, lo destapó viendo como el bebé le sonreía diciendo “Ustedes
quieren que haga venir al mago Idacansás?. Será muy fácil con la ayuda del
pájaro de mil colores. Entre los dos le enviaremos un mensaje que el recibirá
sin problemas, viniéndose en seguida muy obediente y bondadoso” y poniéndose de
pie en la orilla del agua, lanzó un grito agudo que pareció un chillido electrogaláctico
que solo él era capáz de producir “Pájaro de mil colores, venga enseguida. Lo
necesito aquí inmediatamente”. Entonces Luz de Luna se vino velóz desde la
colina en la que estaba, volando sobre la laguna, tocando con las paticas y el pecho,
el agua irisada, todavía cubierta del oro en polvo que el pueblo, el cacique y el Zipa habían
dejado allí, hasta llegar al lado del
Tunjo al que le dijo revoloteando sobre su cabeza “Que es lo que quiere?. Por
qué tiene tanto afán y me molesta tanto?”. “Tenemos que hacer venir rápidamente
a Idacansás, el poderoso mago de los Muiscas porque nuestros amigos Cajamarca y
Millaray necesitan hablar con el urgentemente”. “Verdad. Ustéd no miente?.
Entonces que esperamos. Empecemos ya a invocarlo” respondió Luz de luna
entonando un canto misterioso, bello e incomprensible que hizo callar al bosque,
cristalizar las aguas y detener las nubes en su vuelo, mientras el
Tunjo silbaba una canción mágica capáz de arrodillar a los leones, a los pumas
y doblar los árboles por poderosos y altivos que fueran.
Pájaro
y Tunjo se concentraron mas.
“Tenemos
que concentrarnos en el mago mientras usted canta y yo silbo” le dijo el Tunjo
al pájaro que entrecerró los ojos invocando la presencia del mago.
De
ese modo siguieron diez minutos, hasta que vieron aparecer al otro lado de la
laguna y a unos quince metros sobre ella, una nube de color púrpura venida
desde el pueblo y que bajó lenta hasta asentarse en el suelo. Esa nube se abrió
como las valvas de una concha que tiene en su interior una perla, bajando de
ella el mago que saludó a los jóvenes levantando los brazos.
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