lunes, 6 de enero de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 10 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de columbus



De vez en cuando y sin que nadie se de cuenta, Bachué sale de la laguna transformada en pájaro o en oveja a mirar su pueblo. Camina por muchos lugares sin ser reconocida y vuelve al agua en la que los Muiscas aprendieron a hacer sacrificios bañándose frotados en polvo de oro. Lanzan olladas de piedras preciosas que Iguaque espera en el fondo y que guarda en un cofre de oro que nadie puede ver porque mágicamente el lo hace invisible.
“Aquí es donde vivo con Iguaque, a la vez mi hijo y mi marido, con el que dimos vida al pueblo Muisca y con quienes hicimos prosperar ésta región. Ya no nos queda mucho por hacer, de modo que dentro de poco nos iremos al sitio de donde vinimos. Regresaremos a la laguna Iguaque quedándonos allá para siempre”  le explicaba Bachué a Millaray y a Cajamarca que observaban atentos la amplia construcción donde la diosa vivía. En un rincón habían ollas de barro llenas de piedras preciosas que brillaban como estrellas, también habían otras con oro en polvo que los Muiscas les traían como agradecimiento por haberles dado la vida y el conocimiento.
“Hola madre, donde estabas. Te fuiste sin decirme nada” dijo de pronto Iguaque levantándose de un salto de la estera “Tienen Hambre? Preguntó sin asombrarse de la presencia de los dos jóvenes, y sin esperar respuesta se acercó al fogón donde empezó a asar carne de ovejo y papas, con la leña seca que avivó en un instante soplándola vigorosamente.
Antes de darles de comer, les ofreció chicha que los cuatro tomaron alegres, sentados en una larga banca de madera a la que se le había perdido el tiempo. “Se quedarán ésta noche aquí y mañana podrán irse al sitio que quieran. A donde irán?” les preguntó la diosa, y sin esperar respuesta les dijo “Yo les aconsejaría que visitaran el lago místico. Es un lugar sagrado en el que tendrán que bañarse frotándose oro en todo el cuerpo después de untarse aceite de plantas escogidas, y a donde lanzarán esmeraldas y diamantes que nosotros les daremos para que la diosa del agua, Chie los bendiga y así les vaya bien en sus aventuras.
Deberán invocar al mago Idacansás, el mas poderoso mago de los Muiscas, para que llegue a ustedes, los purifique con sus ritos, sacrificios a los dioses  y sus bendiciones, y les indique a donde deben ir en la etapa siguiente de su viaje. Creo que eso es lo correcto en éste momento” terminó de aconsejar Bachué mirando al pájaro de mil colores que cantaba una canción desconocida. Se había parado en una horqueta vieja en un rincón del rancho y que servía para colgar costales con comida, cobijas, ruanas, y otras cosas. “Haremos lo que nos indique, diosa. Ustéd tiene la sabiduría para decirnos lo que nos conviene hacer” contestó Cajamarca observando a Iguaque que a pesar de tener mas de mil y pico de años, parecía un hombre de treinta y ocho. “Como hará para mantenerse así?” pensaba Cajamarca, prometiéndose que algún día también el sería dueño de esos secretos que lo harían inmortal y poderoso.
“Deben ir a la laguna de Guatavita donde el Zipa de ese imperio Muisca hace ofrendas a la diosa del agua Chie y donde se celebran las mejores fiestas, acompañados por las tribus de allá. “Si usted nos aconseja eso, mañana mismo iremos a esa laguna, gran diosa Bachué. Ojalá encontremos al mago Idacansás. El nos indicará el camino para ir a la montaña brillante, como usted lo ha anunciado” dijo Millaray mirando una hamaca colgada de dos columnas de madera que sostenían el techo y donde quería meterse a descansar. Como Iguaque se dio cuenta de eso, fue a un rincón, sacando otra hamaca que amarró también a dos columnas, invitando al joven Cajamarca a que se acostara “Pueden usar esas hamacas, distinguidos jóvenes Pijaos, pero esperen un momento les traigo carne de ovejo y papas que están deliciosas”.
Corrió Iguaque al fogón, poniendo en cuatro totumas, pedazos de carne asada, papas sancochadas y fríjoles guisados con cebollas y tomates, que algunos Muiscas les traían en abundancia. Cogió dos de esas totumas pasándoselas a millaray y a Cajamarca “Coman. Si no alimentamos el cuerpo, no tendremos fuerzas para conseguir lo que queremos” dijo sonriendo y estirando los brazos a cada uno de los jóvenes que las recibieron diciendo “Gracias” y aplicándose a comer con rústicas cucharas de madera.
Volvió Iguaque al fogón, trayendo las otras dos totumas. Una la pasó a su madre Bachué que la recibió pasando saliva porque tenía hambre “Gracias hijo. Esta comida está fantástica” y se aplicó a comer con su cuchara de madera mientras su hijo se acomodaba en la estera, recostándose en la pared de bahareque para estar mas cómodo.

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