sábado, 11 de enero de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 11 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)

Volvió Iguaque al fogón, trayendo las otras dos totumas. Una la pasó a su madre Bachué que la recibió pasando saliva porque tenía hambre “Gracias hijo. Esta comida está fantástica” y se aplicó a comer con su cuchara de madera mientras su hijo se acomodaba en la estera, recostándose en la pared de bahareque para estar mas cómodo.
“Nos iremos temprano para aprovechar el dia completamente” dijo de pronto Cajamarca masticando un trozo de carne blanda. “Si. Es bueno empezar el dia con el sol” respondió Iguaque que comía apresurado como si fueran a quitarle el alimento de su plato. “Saldré a mirar al cóndor para asegurarme que descanse bien” dijo Cajamarca parándose y asomándose a la puerta, viendo al cóndor lejos buscando animales para alimentarse, y un buen sitio para pasar la noche. “Con el no hay problemas” dijo entrando otra vez. “El cóndor se defiende solo. No tenemos que preocuparnos por el ”. “Yo lo vi cuando venían en las nubes” dijo Iguaque “Pero como un indígena pijao, de la tribu de los Sutagaos me habló alguna vez de él, diciéndome que era el ave insignia de Columbus, supe que se trataba de esa ave fantástica y gigantesca llegada de las estrellas. Tienen que cuidarla y quererla mucho” añadió terminando con su totumada de comida y alistándose a tomar otra de chicha que lo haría dormir profundamente.
Cuando todos terminaron la comida, les trajo también chicha que tomaron despacio, diciendo cosas sin importancia.
Las estrellas empezaban a asomarse por las rendijas de las nubes.
Como todavía no querían acostarse, se estuvieron afuera mirando el cielo y las constelaciones “El cielo tiene muchos dioses” dijo de pronto Millaray señalando una estrella voladora que finalmente cayó encima de un árbol a lo lejos. “El sol tiene un dios que muchos adoramos, lo mismo que la luna y las estrellas. Los bosques, las minas y los rios  también tienen dioses que los cuidan y que se enfurecen cuando violan lo que es de ellos. A veces me llegan malos pensamientos y digo que dentro de muchos años el hombre acabará con el mundo y matará a los dioses dejando todo en el vacío o peor, en un desorden que nos hará empezar de nuevo. Desde la creación de las palabras y el invento del fuego” respondió Bachué mirando relampaguear una estrella gigante que quizás fuera un sol lejano. “Yo adoro al tigre y al león por su fuerza y su velocidad” dijo Iguaque. “También adoro a las serpientes porque nos enseñan la prudencia y la rapidéz. Nos dicen que siempre debemos estar alertas y en vigilancia”. “Todo en la naturaleza es sagrado” dijo Cajamarca agarrando una candelilla que se le paró en el brazo.
Así pasó el tiempo hasta que sintieron ganas de dormir. Entraron al rancho y se acomodaron en las esteras y en las hamacas diciendo “Hasta mañana. Que los dioses los cuiden y los protejan”.  “Gracias” respondieron los otros preparándose a soñar.
Esa noche se oyeron ruidos de chicharras solitarias, cantos de pájaros nocturnos buscando insectos distraidos. Se escuchó a los sapos croar llamando a las ranas y a los hijos desnudos. A lo lejos se oyeron los gritos de los monos juguetones y el rugido de una fiera insomne y hambrienta.
El sol llegó al otro día muy temprano.

Millaray ya estaba despierta y cuando vio que Bachué se movía debajo de las cobijas, le dijo “Buenos días diosa Bachué. Saldré a llamar al cóndor para que venga rápido. “Hazlo princesa” respondió la diosa levantándose ágil, acompañando a Millaray al corredor de piedra.

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