“Y qué pasó después?”
preguntó uno de los niños a Cox “La lava,
que habia corrido por valles, selvas y llanos, por largas extensiones de
tierra, al pasar por la base de ésta montaña, dejó el diamante incrustado en la
grieta de una roca”.
“Cuarenta días después de
semejante fenómeno, en una noche tibia y algo clara, salí de mi caverna a
estirar los músculos y a tranquilizarme porque no dormía. De repente ví una luz
muy brillante saliendo de entre las piedras, extendiéndose entre la maleza que
había vuelto a nacer, y entre los árboles que milagrosamente quedaron frente a
semejante rio de fuego. Bajé mas para darme cuenta cual era el origen de esa
luz, descubriendo el diamante en la arena junto al tronco de un árbol y en el ángulo
abierto de una roca. Era como un sol de increíbles colores. Lo levanté poniendo
toda mi fuerza para dominar su peso, asombrado de su tamaño tan increíble y lo cargué
difícilmente hasta aquí, sintiéndome perseguido por miles de fantasmas que quizás
habían sido sus dueños en tiempos olvidados. . .
El diamante está seguro
en éste lugar porque nadie entra aquí sin mi permiso. Yo soy el jefe de la montaña, el magnate
poderoso de esta jungla, el único que da las órdenes en el bosque, de modo que
de ninguna manera podrá perderse.
Hace tiempos esa piedra
es mia, pero ahora será para larva, la mujer que me he robado en la ciudad”
terminó diciendo el hombre, agachando la cabeza. “Larva?” preguntaron los
jovencitos, inquietos al oir eso. El gigante no contestó. Tocó otra vez la piedra mientras
cerraba los ojos, y levantándose agarró
unas servilletas con las que frotó la piedra quitándole el polvo que la cubría.
Los muchachos miraban
las velocidades atómicas del profundo espacio transparente que les parecía
misterioso e incomprensible por su movimiento interno casi inentendible.
Después de que el
magnate terminó de hablar, caminaron por la caverna mirando todo muy curiosos. Vieron una nevera repleta de comida
entendiendo que el hombre viajaba a la ciudad a traer alimentos y las cosas que
necesitaba. Luego fueron atrás de la cueva por un pasillo estrecho que difícilmente
los dejaba cruzar, descubriendo un salón tallado con dibujos misteriosos y una
garganta amplia, labrada y pulida en la roca. Todo estaba bien iluminado.
A un lado de ese
espacio vieron un helicóptero de color verde selva que podía ocultarse facil,
por su color camuflado y por su tamaño diminuto. Era un aparato de raro diseño,
silencioso y veloz en el que cabían tres personas. Descendía en espacios pequeños
sin problemas y se elevaba rápidamente en su propia vertical. No tenía hélices
pero si, pequeños y poderosos tubos de propulsión que le daban potencia extraordinaria. Parecía una mosca
gigante sin alas. Cuando Cox iba a la ciudad en las noches, las luces de su
nave atraían las miradas de la gente fascinada por su velocidad. Aseguraban que
era un ovni llegado de Neptuno o de otro
planeta mas lejano. Era que volaba como
la luz, permitiéndole a Cox ir a cualquier lugar del mundo en menos de un
instante.
Lo había comprado en
una feria internacional de la ciencia espacial en los países Latinoamericanos,
que ahora tenían una tecnología secreta y poderosa, desconocida por el resto
del mundo. Ningún visitante había podido comprarlo, por su alto precio pero
cuando Cox lo vio, firmó de inmediato un cheque para ser cobrado en el Líbano, bello
pueblo cercano a los nevados y guardador de grandes secretos financieros. A los
dos días de la compra, el hombre ya estaba recibiendo capacitación en el país
de la nieve para hacerse un experto en el manejo del aparato.
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