miércoles, 27 de noviembre de 2013

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 1 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)






“Toda esta tierra que ves y la que se extiende allende los confines, en las escarpadas montañas,
fue sometida desde tiempos inmemoriales por la sabiduría de mi raza. No existía paraje alguno,
en sus dominios, del cual su planta no se hubiera posesionado. Los Muiscas supimos amar, cuidar
y conservar la tierra de la que éramos hijos y moradores. Sin embargo, nada de lo que hicimos o
dejamos de hacer pudo vencer el designio de las profecías, que marcaron el destino de nuestra
raza.
Ya lo había anunciado nuestro gran Goranchacha. Ya lo había profetizado el anciano sacerdote del
templo de Iraca a su sobrina Tota en medio de lagrimas de sangre: las lunas pasarán y pasarán los
soles –dice la pavorosa profecía– pero llegará uno en que las aguas lejanas e inacabables en
grandes piraguas, llegarán a nuestras tierras unos hombres blancos y velludos, y con ellos vendrá
para nuestra raza la maldición. Porque esos hombres pálidos se apoderarán de las tierras de
nuestros mayores y nosotros, sus hijos, de ellas seremos desposeídos a látigo.

Porque no podremos tener cultos, y porque nuestros dioses tutelares serán bajados de sus altares
cambiándolos por otros que no conocemos. Porque no se nos permitirá tener riquezas, ni
costumbres, ni libertades, pues seremos esclavos y trabajaremos para nuestros usurpadores.
Porque las tumbas de nuestros soberanos bienhechores y de todos nuestros muertos amados
serán profanadas y saqueadas, sus cenizas dispersas e inquietadas sus sombras.
Porque, ¡oh dolor!, la raza chibcha, la más grande de las razas, tendrá que emigrar a la selva o,
degradada y servil acabará por desaparecer absorbida por otra poderosa para el crimen.
(texto extraído de, Raíces Muicas, Antolinez; Bogotá).





 Cuando se dieron cuenta, Cajamarca y Millaray se encontraron solos bajo las primeras luces del sol.
Todos se habían ido ya,  y la única diosa que los acompañaba era Bachué, porque hasta la diosa Chia que había estado todo el tiempo con el joven Cajamarca, tuvo que retirarse apresurada porque no podía quedarse sin la luna, su casa que había desaparecido por completo al otro lado de las montañas huyéndole a la luz del sol.
El cóndor llegó junto a ellos dando largos saltos y aleteando mucho para calentarse  “Veo que todo ha terminado, ha llegado un nuevo dia. Ya nos vamos princesa?”. “Si cóndor. Viajaremos al imperio Chibcha. La diosa Bachué nos ha invitado para que visitemos las tribus de esa  nación y para que preguntemos donde queda la montaña brillante”. “Si? Ah bueno. Estoy dispuesto a volar a donde me digan. Una fuerza poderosa me acompaña ahora” contestó el ave bajando el ala para que sus amigos subieran a su espinazo.
Cajamarca se acomodó el Tunjo en la espalda, haciéndole  una especie de cuna con la ruana, donde el bebé iría cómodo y sin problemas. De esa forma se alistó agarrándose de las plumas, mientras Millaray aconsejaba a Bachué  “Solo agárrese fuerte, diosa, que el cóndor subirá el ala y nos acomodará en su espalda”. “Bueno” contestó la divina, y cuando el cóndor vio que estaban preparados, levantó el ala suavemente, llevándolos a sus costillas donde los viajeros se dejaron caer acomodándose como mejor pudieron. En ese instante llegó el pájaro de mil colores cantando animado porque sabía que iba a nuevas tierras, donde conocería mas pájaros y donde fácilmente ayudaría con su canto a la princesa y a su amigo Cajamarca, como lo había hecho en otras partes.
Corrió el cóndor en una larga carrera batiendo las alas, elevándose en el aire templado del Líbano, tierra que lo había impresionado gratamente. Llevaría en su recuerdo la asamblea de los dioses que había visto y que le había parecido excepcional. Estar entre dioses, magos y hadas no sucedía todos los días.
Voló fuerte escuchando lo que Bachué decía  “Desde hacía mucho, quería volar en el cóndor como ustedes lo hacen. Viaja uno rápidamente mirando los paisajes y los pueblos sin problemas”. “Desde aquí hasta su imperio, diosa Bachué, hay un trayecto largo que puede aprovechar para ver todo tranquilamente, y para que disfrute de la magia de viajar así”. Se quedaron callados largo rato, sintiendo el viento frio de las montañas.


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