domingo, 17 de noviembre de 2013

LARVA LA MUCHACHA CON ALAS DE MARIPOSA 2





El hombre no les hizo caso. Los miró malgeniado diciéndoles: “Bajen por aquí, muévanse, ya vamos a llegar”.
Se deslizaron entre barrancos rojizos haciendo rodar arrumes de piedras y arena levantando polvareda. El hombre los miró acosándolos con empujones mientras el sudor le corría como arroyos por los músculos del pecho, los brazos y la espalda. El pelo revuelto le tapaba la cara dándole aspecto maniático, entonces levantó del cuello una diadema de piel de armiño acomodàndosela en la frente para sujetar el pelo que al fin dejó de caérsele.
Bajaban por las gargantas dándose la mano, buscando escalones o dejándose caer en la arena o sobre las hojas, amortiguando las caídas. En veinte minutos llegaron a la boca de un túnel entre rocas húmedas cubiertas de musgo, vegetación parásita y arbustos de tallos  retorcidos. La boca estaba tapada con una piedra de la altura de un hombre y según Cox, pesaba cuatro toneladas que el movía fácil pero que sin embargo lo hacía sudar . Los ojos se le saltaban y los músculos le palpitaban hinchados y brillantes; las venas querían reventársele y el corazón era un motor en explosión.
Algo urgente  impulsaba al gigante al fondo de la cueva. En tres minutos vieron la oscuridad del túnel y sintieron un frío penetrante. “Métanse por aquí”, dijo empujándolos. Volvió a retroceder moviendo la piedra y tapando la entrada. De repente un mundo húmedo los envolvió.”Huy esto está muy oscuro” y como no se atrevían a seguir porque no veian  nada, se estuvieron quietos acostumbrando los ojos a la sombra. Cuando ya pudieron distinguir las cosas, caminaron cerca de doscientos metros poniéndole cuidado al silencio y al vacío. Tropezaban en las piedras lisas de humedad y moho; caían en los charcos cerca a los escorpiones y las tarántulas, presintiendo a las serpientes y a los murciélagos que en aquel lugar no debían faltar.
Miles de gotas repicaban en las piedras y en los barrizales. Un eco de sonidos desconocidos golpeaba las paredes devolviéndose a donde ellos estaban. Al otro lado vieron una caverna iluminada por luz rojo-azulosa brotando del suelo, de las paredes y la bóveda. El resplandor los cegó, pero en un momento acostumbraron los ojos a la luz. 
Quedaron asombrados. Vieron una sala de relieve caprichoso. Siete pantallas de televisión vigilaban el bosque: Veían allí pumas durmiendo a la orilla de una laguna verde-azul; leones hambrientos atacándose por la pierna o el costillar de un ciervo al que habían asaltado hacía poco entre rocas rojas y arbustos cenicientos; caballos salvajes corriendo por una llanura; ranas croando entre las piedras con la cabeza levantada y los ojos muy abiertos; pájaros dando comida a los pichones; un gorila envejecido y solo recostado en el tronco de un árbol.
Encima de una piedra violeta habían cuatro celulares que nunca sonaban. Una  piedra grande en un rincón lanzaba rayos rojos, verdes y violeta. Muy dentro millones de estrellitas en movimiento se desplazaban vertiginosas como en una micro galaxia sin chocarse. Esa luz iluminaba la caverna. “Y ésta piedra tan rara que es?”.  “Es el diamante mas grande del mundo. No lo toquen” dijo el hombre con mal genio. “Y cómo lo consiguió?”. “A ustedes no debe importarles eso, son cosas mías”. “Nosotros queremos saber como lo tuvo. Es muy bello y dan ganas de conocer su historia”. “De verdad quieren saber como llegó ese diamante aquí?. “Si” contestaron.

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