“La dueña del cóndor es la princesa Millaray. Es
la joven que está conversando con la diosa Bachué, la de los dignos pechos
desnudos, la que subió desde el fondo del agua a la tierra, para crear al
pueblo Muisca. La dulce Millaray viaja en el seguidamente, buscando a la niña
Luz de Sol, hija de la diosa Inhimpitu de la guajira para que le de el diamante
del poder”. “Verdad, así es la historia? Es muy interesante y esta es un ave
maravillosa y muy inteligente por lo que se ve” añadió Chibchacún sin dejar de
mirarla.
El pájaro de mil colores, que hacía rato se
había metido en el bosque de cedros y robles, famosos en esa tierras libanenses,
llegó en un vuelo acelerado al hombro de Millaray diciéndole “Prepárate porque
ahí vienen Bogue y Bochica. Ella, Bogue, es la gran madre-abuela de los
Chibchas. La gran creadora, y Bochica es su amigo desde hace miles de tiempos. El
es el héroe civilizador, el padre de la civilización a quien siguen las
multitudes porque enseñó a los Muiscas la agricultura, las artesanías, la
metalurgia y la elaboración de tejidos. Ese dios es famoso también porque creó
para los chibchas un código de ética y de moral que ellos siguen al pie de la
letra.
Ellos
dos, La diosa Bogue y el dios Bochica Serán quienes finalmente te dirán lo que
debes hacer para que encuentres a la niña Luz de sol en algún lugar de columbus.
Afánate a recibirlos y a saludarlos porque no tendrás otra ocasión como ésta
para hablar con ellos juntamente”.
Antes
del principio del mundo, solo existía Bogue la madre-abuela, y nada mas.
En ese
entonces, Bogue, en medio de la eternidad, soltó un grito creador llenando el
espacio con su sonido. Después de semejantes vibraciones de una voz femenina en
la eternidad, aparecieron como por encantamiento, los dioses, la luz, las
plantas, los animales, y también el pueblo Muisca en un planeta que después
llamaron “Tierra”.
Entonces
los dioses, que notaban la quietud, la ausencia de actividad, de palabras, de
gritos, de ruidos, de risas, inventaron una olla de barro llenándola con muchas
semillas y piedras de todos los colores y formas.
Habiendo
hecho eso, iniciaron largos viajes en el gran vacío para sembrar los planetas y
los luceros que mágicamente salían de sus manos con solo pensarlo, a la vez que
lanzaban las piedras y semillas que habían en la olla, formando con ellos
planetas habitables a los que después llegaron otras gentes. Luego tomaron las
migajas que habían quedado en la olla, lanzándolas lo mas lejos que pudieron,
creando así la via láctea y las estrellas pequeñitas.
Entonces
el mundo se puso hermoso porque los dioses se habían esmerado en crearle cosas pero
todo estaba quieto todavía, nada se movía. Entonces esos dioses fueron a
visitar a Bogue y le contaron lo que estaba pasando en el universo y en la
tierra. Le hablaron de las estrellas, de los ríos, de los animales de pelo, de los
animales de pluma, de cuero y de escamas. Le dijeron que tenían pesar y honda
pena porque nada se movía, nada sonaba, y nada crecía, y le rogaron que los
ayudara para que la creación que habían hecho, fuera activa. Mejor dicho que
tuviera vida.
Entonces
la madre-abuela Bogue preparó una bebida mágica para los dioses, que la tomaron
sin dudar y muy entusiasmados, hasta quedarse completamente dormidos. Fue
entonces cuando comenzaron a tener visiones.
Uno veía al tigre corriendo y saltando sobre el venado para matarlo y alimentarse.
Otro veía como los árboles gigantescos mecían sus ramas llenas de aves trinando
porque tenían frutos que las alimentaban. El viento corría fuerte entre sus
ramas. Otro oia el rumor del mar, de los ríos y las cascadas imaginándose un
líquido poderoso transparente, que el mundo necesitaría. Otro soñaba viendo
salir el sol, dando luz y calor, mientras el otro contemplaba la luna acompañando
al sol y alumbrando en las noches, viendo algunas estrellas que caian desde lo
alto.
Así, los
dioses veían todo en sueños. Soñaron también a los Muiscas en sus faenas
diarias. Los soñaron teniendo hijos e hijas que se multiplicaban
aceleradamente. Los soñaron trabajando la tierra, sembrándola para tener comida
y los soñaron recogiendo las cosechas. Los soñaron vestidos de oro y con las
manos repletas de piedras preciosas que conseguían en los ríos y en las minas.
Y
cuando esos dioses despertaron, la luz mágicamente esparció sus rayos dorados
por todas partes y entonces se movieron los animales, los ríos corrieron entre
las montañas, las rocas y las piedras. Los árboles crecían y daban frutos. Comenzaron a girar en el espacio el sol, la luna y las
estrellas que por las noches acompañaban a la tierra con sus luces y sus
secretos. Esta era parte de la belleza del primer dia que los dioses habían
creado, ayudados por la gran Madre-abuela Bogue.
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